PASTOR TONY HANCOCK
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La carne y el Espíritu

11/22/2020

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  • Un amigo me contó acerca de una experiencia que tuvo mientras cruzaba el desierto para llegar a este país. Después de pasar muchas horas sin comer, llegó a una casa donde le ofrecieron un plato de comida. La comida tenía un olor que despertaba el apetito, y con mucho gusto, empezó a comer.
  • Sólo había un problema. La comida tenía mucha sazón. La cocinera la había sazonado tan bien que el estómago vacío de mi amigo no toleraba el alimento. Aunque se moría de hambre y tenía en frente una sabrosa comida, no la podía comer. Para colmo, la mujer de la casa lo regañaba. ¿No le gusta la comida que le preparé? – le reclamó.
  • ¡No era cuestión de que no le gustara! Simplemente no la toleraba. Quizás te hayas encontrado alguna vez en una situación parecida. Anduviste por un desierto, y llegaste a tener hambre. Quizás soñabas con alguna comida favorita, esperando tener la oportunidad de poder volverla a tener.
  • Esta fue la situación que enfrentaba el pueblo de Israel mientras andaban en el desierto. Ellos habían pasado más de un año acampados frente al monte Sinaí donde recibieron la ley que Dios les dio, construyeron el tabernáculo para adorarlo y fueron contados. Ahora comenzaban el viaje hacia la tierra que Dios les había prometido.
  • Con ellos iba una buena cantidad de gente que no era de su pueblo. Cuando los israelitas salieron de Egipto, se les pegó una multitud de gente de otras naciones que querían escapar su situación. Acompañaron a los israelitas, y muchos de ellos llegaron a conocer a su Dios.
  • Pero también se convirtieron en una piedra de tropiezo. En cierto momento, comenzaron a tener hambre y a quejarse de lo que tenían para comer. Cada día, Dios les daba el maná. Era un alimento blanco, parecido a la semilla de cilantro y brillante. Cuando salían de sus carpas al amanecer, allí estaba el maná que se podía moler o machacar, y que luego se cocía. Sabía a pan hecho con aceite.
  • El maná era todo lo que necesitaban, pero se comenzaron a aburrir del maná. Cuando esa gente se comenzó a quejar, también se quejó el pueblo de Dios. Esto llevó a muchos problemas. Ahora bien, debes comprender algo. Cuando caminas con el Señor y él trabaja en tu vida, hay gente que se te va a pegar. Habrá personas que ven cosas buenas en tu vida y quieren saber por qué.
  • Esto no es malo. Al contrario, ¡es bueno! Son oportunidades para compartir tu fe. Dios te los lleva para que tú les hables de él. Pero ten cuidado con lo que te dicen. No dejes que sus palabras tengan mucha influencia sobre ti, porque ellos todavía piensan como el mundo. Sin malas intenciones, ellos te repetirán chismes o te dirán cosas sin sentido que debes rechazar.
  • Observa cómo esto sucedió con los israelitas, según nos lo cuenta Números 11:4-6. Al populacho que iba con ellos le vino un apetito voraz. Y también los israelitas volvieron a llorar, y dijeron: «¡Quién nos diera carne! 5 ¡Cómo echamos de menos el pescado que comíamos gratis en Egipto! ¡También comíamos pepinos y melones, y puerros, cebollas y ajos! 6 Pero ahora, tenemos reseca la garganta; ¡y no vemos nada que no sea este maná!» (NVI)
  • En lugar de rechazar las palabras del populacho, los israelitas se dejaron llevar y también se quejaron. Sin embargo, Dios ya les había dado todo lo que necesitaban. El maná era suficiente. Con eso tenían una nutrición completa. Pero en lugar de estar agradecidos con Dios, se olvidaron de todo lo que habían sufrido en Egipto y sólo recordaban las comidas que habían tenido allí.
  • Moisés, el líder que Dios les había dado, tuvo que lidiar con esto. Por fin, se disgustó. Escucha su oración: —Si yo soy tu siervo, ¿por qué me perjudicas? ¿Por qué me niegas tu favor y me obligas a cargar con todo este pueblo? 12 ¿Acaso yo lo concebí, o lo di a luz, para que me exijas que lo lleve en mi regazo, como si fuera su nodriza, y lo lleve hasta la tierra que les prometiste a sus antepasados? 13 Todo este pueblo viene llorando a pedirme carne. ¿De dónde voy a sacarla? 14 Yo solo no puedo con todo este pueblo. ¡Es una carga demasiado pesada para mí! 15 Si este es el trato que vas a darme, ¡me harás un favor si me quitas la vida! ¡Así me veré libre de mi desgracia! (Números 11:11-15 NVI)
  • El problema físico del pueblo se había convertido en un problema espiritual. El apetito de la gente que deseaba comida variada y rica se convirtió en un problema espiritual para Moisés, y como resultado, para todos. Nosotros también solemos tener problemas con aspectos físicos y aspectos espirituales, y tenemos que reconocer los dos.
  • Por ejemplo, cuando tenemos problemas económicos, generalmente hay un problema espiritual relacionado. Cuando tenemos problemas familiares, hay dinámicas espirituales que también se tienen que resolver. Cuando tenemos problemas emocionales, la solución tiene que incluir la sanidad espiritual. El problema puede ser físico, pero tiene un aspecto espiritual.
  • Dios resolvió ambos problemas del pueblo. Primeramente, se dirigió al problema más importante – el problema espiritual. Le dijo a Moisés que escogiera a setenta hombres que fueran líderes del pueblo. Ellos se convertirían en ayudantes para Moisés. Moisés se reunió con los setenta hombres que habían sido escogidos.
  • Veamos lo que sucede después, leyendo Números 11:25-30. El Señor descendió en la nube y habló con Moisés, y compartió con los setenta ancianos el Espíritu que estaba sobre él. Cuando el Espíritu descansó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Pero esto no volvió a repetirse.
  • 26 Dos de los ancianos se habían quedado en el campamento. Uno se llamaba Eldad y el otro Medad. Aunque habían sido elegidos, no acudieron a la Tienda de reunión. Sin embargo, el Espíritu descansó sobre ellos y se pusieron a profetizar dentro del campamento. 27 Entonces un muchacho corrió a contárselo a Moisés:
  • —¡Eldad y Medad están profetizando dentro del campamento!
  • 28 Josué hijo de Nun, uno de los siervos escogidos de Moisés, exclamó: —¡Moisés, señor mío, detenlos!
  • 29 Pero Moisés le respondió: —¿Estás celoso por mí? ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del Señor profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!
  • 30 Entonces Moisés y los ancianos regresaron al campamento.
  • La gloria de Dios se manifestó en la forma de una nube. Él bajó para repartir al Espíritu Santo, quien había estado solamente en Moisés, entre los setenta ancianos que se habían escogido. Ellos dieron evidencia de la llenura del Espíritu Santo con palabras milagrosas, aunque sólo lo hicieron una vez.
  • Dios demostró su autoridad y poder llenando de su Espíritu a dos de los setenta que no habían llegado a tiempo. Aunque todavía estaban dentro del campamento, también comenzaron a profetizar. A Josué, el ayudante de Moisés, esto no le pareció nada bien. Pensó que Moisés iba a perder autoridad sobre la gente si sucedían cosas así.
  • Pero Moisés comprendía lo que realmente hacía falta. Él quería que el Espíritu de Dios llenara a todo el pueblo. Sabía que serían imparables si todos estaban llenos del Espíritu Santo. Pero en esa ocasión, sólo los setenta ancianos lo recibieron.
  • Nosotros vivimos en días mejores que aquellos. Ahora, bajo el Nuevo Pacto, el deseo de Moisés se ha cumplido. Ahora, cada creyente tiene al Espíritu Santo. Cuando recibimos a Cristo como Señor y Salvador, su Espíritu viene a morar en nosotros. ¡Es algo maravilloso! La pregunta para nosotros es ésta: ¿estamos caminando en el Espíritu? ¿O seguimos en la carne?
  • Romanos 8:5-6 nos dice esto: Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz.
  • Hemos recibido al Espíritu Santo, si somos creyentes. ¿Prestamos atención a su voz? ¿Pasamos tiempo a solas con Dios para aprender a escuchar la voz del Espíritu? ¿O estamos prestando más atención a los deseos de nuestra carne, los apetitos humanos y las distracciones de este mundo?
  • Hablando de apetitos, Dios también concedió el deseo del pueblo de Israel. Les mandó carne para comer hasta hastiarse. Un viento trajo codornices que cubrieron los alrededores del campo, y todo el mundo se puso a juntarlos. Recogieron una enorme cantidad de carne y se pusieron a comer.
  • Veamos lo que les sucedió. Ni siquiera habían empezado a masticar la carne que tenían en la boca cuando la ira del Señor se encendió contra el pueblo y los hirió con un horrendo castigo. Por eso llamaron a ese lugar Quibrot Hatavá, porque allí fue sepultado el pueblo glotón. (Números 11:33-34)
  • Dios ya les había provisto de todo lo que necesitaban, pero no habían estado conformes. Por eso, les dio su antojo – pero también tuvieron que pagar las consecuencias. Por su glotonería, muchos murieron. ¿Por qué cometieron este error? Por dos razones.
  • En primer lugar, se les olvidó a dónde iban. En lugar de mirar hacia el buen futuro que Dios tenía preparado para ellos en la tierra prometida, miraron hacia atrás. Se pusieron a recordar lo que habían tenido en Egipto, pero olvidaron todos los sufrimientos que habían tenido allí. Nunca olvides hacia dónde te lleva Dios. Tampoco olvides de dónde te sacó.
  • La segunda cosa que hicieron fue dejar de ser agradecidos. Dios había provisto todas sus necesidades, así como él promete suplir todas las nuestras. Pero ellos no agradecieron a Dios lo que habían recibido. Más bien, querían más.
  • Esta semana, se celebra en este país el día de acción de gracias. No debemos separar sólo un día para estar agradecidos. Más bien, pensemos todos los días en lo que Dios nos ha dado para darle las gracias y vivir con gratitud. Esto nos traerá muchas bendiciones y mucha alegría.
  • Jesús nos enseñó a pedirle a Dios el pan de cada día, confiando en que él nos lo dará. También nos prometió que todo lo que necesitamos será añadido, si buscamos primeramente su reino y su justicia. Puedes confiar en que Dios proveerá también todo lo que tú necesitas, pero debes caminar en el Espíritu que él también te ha provisto.
  • Dios nos ha dejado en su Palabra la triste historia de los israelitas en el desierto para que aprendamos de su ejemplo. Ellos se metieron en problemas a causa de la carne, y Dios envió a su Espíritu para rescatarlos. Nosotros también nos podemos meter en problemas por la carne, pero Dios ya nos ha enviado a su Espíritu. ¿Viviremos en gratitud en lugar de quejarnos? ¿Seguiremos la dirección del Espíritu Santo? No tenemos que repetir su error. Con la ayuda del Espíritu, podemos escoger un camino diferente. ¿Aprenderemos la lección?
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