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La prueba del amor

2/17/2019

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  • Acabamos de celebrar el día del amor y la amistad, también conocido como el día de San Valentín.  Los pensamientos de todos se han vuelto hacia el amor – si lo tienen, si les falta, si realmente saben lo que es.  Sin embargo, mucha gente desconoce la historia de Valentín, el santo de la fiesta.
  • Según la Crónica de Nuremberg, Valentín fue un sacerdote que casaba a las parejas cristianas durante los tiempos del segundo Emperador Claudio.  Ya que era ilegal ayudar a los cristianos, Valentín fue encarcelado y luego condenado a muerte.  Debido a la conexión con el amor matrimonial, su día se ha convertido en una celebración de toda clase de amor.
  • Esta historia puede o no ser verdad, pero con toda certeza podemos decir que el amor es algo muy importante para Dios.  De hecho, 1 Juan 4:8 declara que El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.  (NVI)  Dios mismo es el amor en persona.  Si queremos saber lo que es el amor, tenemos que conocer a Dios.
  • El amor también es una de las maneras en las que podemos saber si tenemos vida eterna.  La vida eterna se manifestó dentro de la historia humana en la persona de Jesucristo y, por lo tanto, ahora tenemos la posibilidad de conocer la vida por medio de la fe sincera y real en él. 
  • ¿Cómo sabemos si nuestra fe es verdadera?  ¿Cómo sabemos si realmente tenemos la vida eterna?  En su primera carta, el apóstol Juan nos presenta tres pruebas que podemos aplicar a nuestra vida para saber si tenemos la vida eterna o no, tres muestras que nos revelan la realidad de nuestra fe.
  • La semana pasada, vimos la primera prueba.  Es la prueba de la obediencia.  Se basa en una realidad muy simple: Dios es luz.  Por lo tanto, si decimos que conocemos a Dios, pero caminamos en la oscuridad del pecado, estamos engañados.  La fe verdadera produce en nosotros el deseo de obedecer a Dios, y nos lleva a confesar y dejar cualquier pecado tan pronto nos demos cuenta de él.
  • Ahora llegamos a la segunda prueba.  Es la prueba del amor.  También se basa en una realidad acerca de Dios, algo que ya mencionamos: Dios es amor.  Si decimos que conocemos a Dios, pero odiamos a otros, no lo conocemos de verdad.  La fe verdadera produce en nosotros un amor hacia los demás.
  • Leamos 1 Juan 2:7-11 para encontrar las bases bíblicas.
Queridos hermanos, lo que les escribo no es un mandamiento nuevo, sino uno antiguo que han tenido desde el principio. Este mandamiento antiguo es el mensaje que ya oyeron. 8 Por otra parte, lo que les escribo es un mandamiento nuevo, cuya verdad se manifiesta tanto en la vida de Cristo como en la de ustedes, porque la oscuridad se va desvaneciendo y ya brilla la luz verdadera.
9 El que afirma que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. 10 El que ama a su hermano permanece en la luz, y no hay nada en su vida que lo haga tropezar. 11 Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad y en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja ver.  (NVI)
  • La prueba de la obediencia que vimos la semana pasada se basa en la obediencia a los mandamientos de Dios.  Es incoherente llamar a Dios nuestro Padre, sin obedecer lo que él nos dice.  ¿Cuál es el mandamiento más grande?  ¿Con qué se resumen los mandamientos?  Jesús lo dijo: con amar a Dios sobre todas las cosas, y con amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
  • Hay una relación, entonces, entre la primera prueba – la prueba de la obediencia – y la prueba que veremos hoy, la prueba del amor.  El amor también es un mandamiento, una prueba de nuestra obediencia a Dios.  Ahora bien, los mandamientos que Dios nos da se tratan de las cosas que a él le importan. 
  • En estas fechas, muchas personas preparan sus declaraciones anuales de impuestos.  Nos faltan dos meses más para llegar a la fecha límite, pero si se va a recibir algún reembolso, es mejor hacerlo ya.  Se dice que el código de leyes con todos los reglamentos que gobiernan el pago de impuestos en este país tiene casi 14.000 páginas.  A modo de comparación, la Biblia impresa generalmente tiene entre 1.500 y 2.000 páginas.
  • El gobierno necesita 14.000 páginas para describir sólo los impuestos, pero Dios se ha comunicado con nosotros en un libro con la séptima parte del tamaño.  No sólo esto; Jesús resumió todo lo que Dios desea de nosotros con dos mandamientos.  ¡Ojalá el gobierno encontrara la manera de ser tan breve!  La idea principal es ésta: Dios no se extiende innecesariamente.  Él nos relata lo que realmente le importa que hagamos con dos frases muy sencillas – amarle a él y amar a otros.
  • El mandamiento del amor es algo viejo y algo nuevo a la vez.  Es algo viejo, porque ha sido desde el principio.  Cuando se estableció el pacto del Antiguo Testamento, ya incluía el mandamiento de amar.  De hecho, la frase “amarás a tu prójimo como a ti mismo” viene de Levítico 19:18, parte de la ley que Moisés dejó a los israelitas.  No se trata de algo novedoso o inusual.  Es un mandamiento que Dios dejó a su pueblo desde que comenzó a darle mandamientos.
  • Sin embargo, también es un mandamiento nuevo.  En Juan 13:34, leemos esto: Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros.  (NVI)
  • Si el mandamiento es antiguo, ¿en qué sentido podemos decir que también es nuevo?  Para empezar, Jesús le dio una nueva explicación.  Antes había sido un mandamiento entre muchos, pero Jesús nos enseña que todos los mandamientos se resumen con el amor – el amor hacia Dios y el amor hacia los demás.
  • Jesús también le dio una nueva aplicación.  Un hombre muy listo quiso zafarse de su responsabilidad de amar, así que le preguntó a Jesús: ¿Quién es mi prójimo?  En respuesta, Jesús le contó la historia de un hombre que había caído entre bandidos.  Semidesnudo y herido, se desangraba lentamente en la carretera cuando un sacerdote pasó por allí.
  • Cruzando al otro lado, el sacerdote siguió de largo y no lo ayudó.  Al rato, pasó un trabajador del templo.  Él también dejó al hombre tirado sin levantar ni un dedo para ayudarle.  Por fin, pasó un samaritano – miembro de una raza despreciada y rechazada.  Pero él se compadeció del hombre golpeado – un desconocido total.  Lo recogió, lo curó y lo llevó a donde podría descansar, cubriendo él mismo los gastos de su tratamiento.
  • Los judíos habían pensado que “ama a tu prójimo” significaba, “ama a todos los que son como tú”.  Pero Jesús explicó que tu prójimo es la persona a quien tú puedes ayudar.  Es la persona necesitada que tienes frente a ti.  Jesús le dio al amor una nueva aplicación.
  • Por lo tanto, si piensas que amar es simplemente querer a tus amigos y la gente con la que te llevas, estás equivocado.  No tienes que conocer a Dios para hacer eso.  Como dijo Jesús: Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos?  (Mateo 5:46) 
  • Si tú amas a tu circulito de amigos y parientes, no le ganas en nada a un criminal.  El amor, como Jesús lo describe, consiste en amar a los que no es fácil amar, a los que no te caen bien o no pertenecen a tu círculo de amigos.
  • Es más, Jesús le dio al amor una nueva encarnación.  Es fácil hablar de amar, pero Jesús lo hizo.  Él amó hasta la muerte.  Él mismo que dijo: Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos, dio su vida para que llegáramos a ser sus amigos.  Jesús mostró con su vida lo que significa amar.  El amor no se trata de sentimientos; se trata de sacrificarse por el bien de otros.  Se trata de dar y ayudar sin buscar algo a cambio.
  • Jesús le dio al amor una nueva explicación, una nueva aplicación y una nueva encarnación – porque él es la luz verdadera que ha venido al mundo.  Con la llegada de Jesús comienza una nueva etapa.    Por él, la oscuridad se va desvaneciendo.  Ahora tienes que escoger entre la luz y la oscuridad.  ¿Has dejado que brille su luz en tu vida?  ¿Estás caminando en la luz de su amor?
  • Juan nos dice que, si amamos a nuestro hermano, permaneceremos en la luz y nada nos hará tropezar.  En cambio, cuando cargamos odio, amargura, rencor y envidia, estamos en la oscuridad.  Esa oscuridad nos engaña y nos ciega.  No sabemos a dónde vamos.
  • En otras palabras, el amor que Dios pone en nuestro corazón nos permite ver las cosas como son.  En cambio, el odio nos ciega y nos hace tropezar.  Esto es lo opuesto a lo que muchas veces creemos.  Pensamos que vemos el mundo correctamente cuando somos envidiosos y rencorosos.  Uno tiene que cuidarse, decimos.  La gente es muy mala.
  • Tenemos que ser sabios.  Sin embargo, en mi experiencia, el odio y el rencor jamás traen cosas buenas.  Cuando he guardado rencor, tarde o temprano me encuentro con la necesidad de perdonar.  Descubro que ese odio y ese rencor me han estorbado.  Lejos de protegerme o ayudarme, se han convertido en una oscuridad que me ciega hasta que decido perdonar.
  • Caminar a la luz de Dios significa caminar en amor.  Si tú realmente conoces a Dios, su amor vive en tu corazón.  Podrás examinar tu vida y darte cuenta de que eres una persona mucho más amorosa de lo que antes fuiste.  El deseo de amar de verdad a los demás es evidencia de que realmente conoces a Dios.
  • Si no puedes identificar ese amor en tu vida, Dios te invita hoy a conocer su amor.  Él mostró el amor verdadero cuando envió a su Hijo para dar su vida por ti en la cruz.  Ahora él te invita a arrepentirte de corazón y rendir tu vida a él.  Si no conoces el amor verdadero, hoy lo puedes conocer por la fe en Jesucristo.  En Jesús, todos los días se convierten en días de amor y de amistad.
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