PASTOR TONY HANCOCK
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La verdadera dicha

16/10/2022

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  • Tengo algo aquí en la mano. Te invito a mirarlo e imaginarte qué será. Parece oro, ¿verdad? Pero no es oro. Es un mineral que se llama pirita. La pirita se compone de azufre y hierro, dos minerales que no tienen mucho valor. Su combinación da la apariencia de algo mucho más valioso.
  • De hecho, se cuentan de muchos mineros que descubrieron depósitos de pirita y casi se mataron por minarlos, para luego darse cuenta de que no valían nada. Por eso, la pirita suele conocerse como “el oro de los tontos.” Sólo un tonto se mata por conseguir pirita.
  • ¿Te estarás matando por algo que no vale la pena? Hay muchas cosas que parecen ser muy valiosas, pero que realmente no valen nada. En lugar de ser tontos y esforzarnos por conseguir algo insignificante, aprendamos de Jesús a valorar lo que realmente importa.
  • Temprano en su ministerio, Jesús escogió a doce hombres para ser sus discípulos. Estarían con él, y aprenderían de él. Había mucha gente que seguía a Jesús por un rato. Buscaban algo de él, quizás una sanidad o alguna otra ayuda. Después de recibir lo que buscaban, muchos lo dejaban de seguir. Al principio de su ministerio, había grandes multitudes que lo seguían. Sin embargo, con el tiempo, los números bajaron. Sólo sus discípulos – con la excepción de uno – le fueron fieles.
  • Te pregunto en esta mañana: ¿Eres un discípulo de Jesús, o eres parte de la multitud que lo busca por conveniencia? ¿Lo buscas sólo para conseguir algo, y luego te vas? ¿O te has dedicado realmente a seguirle? Si queremos ser verdaderos discípulos de Jesús por la fe en él, debemos aprender a tener los valores de su reino. Sólo así podemos vivir para lo que realmente importa.
  • Después de escoger a sus discípulos, Jesús bajó con ellos de la montaña donde los había escogido y se detuvo en un lugar plano. Allí mucha gente vino a su encuentro, y allí él los sanó y enseñó. Vamos a ver lo que Jesús les dijo acerca de su reino, en Lucas 6:17-26.
  • Luego bajó con ellos y se detuvo en un llano. Había allí una gran multitud de sus discípulos y mucha gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón, 18 que habían llegado para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades. Los que eran atormentados por espíritus malignos quedaban liberados; 19 así que toda la gente procuraba tocarlo, porque de él salía poder que sanaba a todos.
  • 20 Él entonces dirigió la mirada a sus discípulos y dijo:
  • «Dichosos ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece.
  • 21 Dichosos ustedes que ahora pasan hambre, porque serán saciados.
  • Dichosos ustedes que ahora lloran, porque luego habrán de reír.
  • 22 Dichosos ustedes cuando los odien, cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien
  •     por causa del Hijo del hombre.
  • 23 »Alégrense en aquel día y salten de gozo, pues miren que les espera una gran recompensa en el cielo. Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los profetas.
  • 24 »Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo!
  • 25 ¡Ay de ustedes los que ahora están saciados, porque sabrán lo que es pasar hambre!
  • ¡Ay de ustedes los que ahora ríen, porque sabrán lo que es derramar lágrimas!
  • 26 ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien!
  •     Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los falsos profetas.
  • Antes de entrar más a fondo en estos versículos, quiero mencionar algo acerca de la Biblia. En la Biblia encontramos cuatro libros que nos cuentan la vida de Jesús. Se llaman los cuatro evangelios, y son Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Cuentan la misma historia, pero cada uno la cuenta a su modo.
  • Dios inspiró estas cuatro versiones de la vida de Jesús para darnos un cuadro más completo de su vida. Es como si vieras la misma piedra desde cuatro puntos de vista diferentes. Es la misma piedra, pero la conoces mejor cuando la ves de diferentes perspectivas.
  • En la mayoría de los casos, los cuatro evangelios se complementan. La relación de los eventos es clara. Pero en este caso, la relación en particular entre Mateo y Lucas no es clara. En Mateo 5, 6 y 7, encontramos el relato de lo que se conoce como el Sermón del Monte. Acabamos de leer la primera parte de lo que en Lucas se conoce como el Sermón en la Llanura.
  • Lo interesante es que los dos sermones se parecen mucho. El de Lucas es más corto, pero repite muchas de las cosas de Mateo. ¿Cómo se pueden relacionar? En realidad, hay dos posibilidades. En primer lugar, es posible que se trate del mismo sermón. Cuando Lucas habla de una llanura, puede tratarse de un lugar plano entre las montañas. Mateo describe el sitio general, en el monte, mientras que Lucas describe el lugar particular.
  • En este caso, cada uno da su propio resumen de un sermón mucho más largo. Esto es posible. La otra posibilidad es que Jesús dio sermones parecidos en momentos diferentes de su ministerio. Sabemos que Jesús predicó acerca del reino de Dios en muchas ocasiones. Puedo decir por experiencia propia que es fácil tomar lo que uno predicó en un lugar y volverlo a predicar, con leves cambios, en otro sitio. Puede ser que Jesús haya hecho lo mismo.
  • Conforme más conocemos la Biblia, encontramos más referencias que nos muestran la forma detallada en que Dios nos la hizo llegar. A fin de cuentas, lo importante para nosotros es que Dios ha inspirado este resumen del sermón de Jesús. No tenemos que decidir exactamente como se relacionan Mateo y Lucas para comprender y aplicar estas verdades a nuestras vidas.
  • ¿Qué nos enseña Jesús acerca de la vida en su reino? ¿Qué tenemos que hacer si queremos ser sus discípulos? Jesús primero nos demuestra la llegada de su reino. Cuando se reúne este gran grupo de personas, él sana y libera a los enfermos y endemoniados. Su reino es un reino de poder y de victoria. Es un reino de sanidad y de liberación.
  • Si pertenecemos al reino de Jesús, seremos totalmente sanos y libres cuando él regrese. Podemos experimentar su sanidad y libertad en forma parcial ahora. Dios no siempre sana, porque su reino todavía está en desarrollo. Pero podemos creer para la sanidad y recibirla a veces. Podemos ser libres de la opresión que antes nos dominaba. Así es la vida en el reino ahora.
  • Después de demostrar el poder del reino, Jesús declara las condiciones del reino. Para entender bien esto, tenemos que observar con cuidado el pasaje. Observa que Jesús está hablando a sus discípulos. Así lo declara el verso 20. Esto es muy importante. Sus palabras no son para todo el mundo, sino para los que se han comprometido con él para seguirle.
  • A ellos les dice, Dichosos los pobres. Dichosos ustedes que ahora pasan hambre. Dichosos ustedes que ahora lloran. Dichosos ustedes cuando los odien. Si no nos damos cuenta de que Jesús está hablando a sus discípulos, fácilmente podemos malinterpretar el pasaje. Así lo han hecho algunos.
  • Podemos pensar que todos los pobres son bendecidos. Podemos imaginarnos que tenemos que hacernos pobres para poder entrar al reino de Dios. Pero eso no es lo que Jesús nos está diciendo. Más bien, lo que nos dice esto: Si perteneces al reino de Dios, aunque seas pobre, eres bendecido.
  • Si perteneces al reino de Dios, aunque pases hambre, eres bendecido. Si perteneces al reino de Dios, aunque te toque llorar, eres bendecido. Si perteneces al reino de Dios, aunque la gente te discrimine y difame, eres bendecido. La bendición de pertenecer al reino de Dios hace que valga la pena cualquier sufrimiento y cualquier discriminación.
  • No tienes que ser pobre para entrar al reino de Dios. Al contrario; muchas veces, cuando sigues a Cristo, te va mejor. Dejas de tomar, dejas de derrochar tu dinero en tonterías, y queda más para tu familia. Ves el fruto de tu trabajo, y lo disfrutas. Jesús no te exige la pobreza para ser su discípulo.
  • Pero lo que sí te exige es que lo valores a él más que a las posesiones. Si tuvieras que escoger entre serle fiel a Jesús y tener más dinero, ¿qué escogerías? Si tuvieras la opción de hacerte rico cometiendo algún delito que a Dios no le agrada, ¿lo harías? Eres bendecido, eres dichoso cuando te importa más el reino de Dios que la riqueza, los alimentos, la comodidad y el qué dirán.
  • Si te toca sufrir, ¡alégrate! Sirve para demostrar que no perteneces a este mundo y que tienes una gran recompensa en el cielo. En cambio, si todo te va bien, ¡ten cuidado! Jesús también les habla a los que disfrutan de todo lo que ofrece este mundo. ¡Ay de ustedes, los ricos! ¡Ay de ustedes los que ahora están saciados! ¡Ay de ustedes los que ahora ríen! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien!
  • Tú que te la pasas bien según los criterios de este mundo, ¡ten cuidado! Tú que vas de fiesta en fiesta, de parranda en parranda, ¡no te confíes! Puedes tener muchos amigos que te elogian, pero ¿te podrán abrir la puerta al cielo? Puedes disfrutar de muchas cosas aquí en la tierra, pero ¿a quién se las estás quitando?
  • Si piensas gozar de la vida sin tomar en cuenta a Dios, si sólo te importa vivir para este mundo sin importar a quién lastimas, tendrás toda tu alegría en esta vida. Pronto te tocará sentir lo que no has probado en esta vida – tristeza, dolor, escasez y vergüenza. Si sólo vives para este mundo, es todo lo que tendrás – y luego pagarás por tus pecados en un lugar de tormento y dolor.
  • ¿Qué escogerás? ¿Buscarás el verdadero tesoro del reino de Dios? ¿Pondrás tu confianza en Jesús, y le seguirás? ¿O te dejarás llevar por el brillo del oro falso, el oro de los tontos, que no vale la pena? Entrégate hoy a la voluntad de Dios. Pon tu confianza en Cristo, porque él murió por ti. Así encontrarás una vida que realmente valga la pena.   
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