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Los tres niveles del trabajo

1/5/2020

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  • ​Había un joven que trabajaba muy lento, tanto que lo despedían de todos los puestos que encontraba.  Por fin, fue a la oficina de empleo, donde lo colocaron en el zoológico.  El guardián del zoológico conocía al muchacho, así que lo puso a trabajar en el cercado de las tortugas.
  • Después de un rato, el guardián fue a ver cómo le iba al joven.  Lo encontró parado en medio del cercado vacío con una cara de confusión.  ¿Qué pasó? – le preguntó al muchacho.  ¿Dónde están las tortugas?  El joven le contestó: ¡No sé qué pasó!  Abrí la puerta para entrar al cercado, y de un momento a otro, ¡todas las tortugas se escaparon!
  • El trabajo es una de esas realidades inescapables de la vida.  Al menos que hayas nacido en una familia rica de padres indulgentes, tendrás que trabajar.  Te recomiendo que no trabajes tan lento como ese muchacho, porque al igual que él, tendrás problemas para encontrar trabajo.
  • El trabajo es una realidad inescapable, pero la forma en que llevamos el trabajo varía mucho.  La Biblia nos habla de tres niveles de trabajo, tres maneras de trabajar.  De la manera en que llevamos el trabajo dependerán el gozo que hallamos en él, la bendición que recibimos y el resultado que vemos.  Te invito a considerar: ¿en cuál de estos niveles te encuentras tú?
  • El primer nivel del trabajo es trabajar para sobrevivir.  Después del pecado de Adán y Eva, el hombre llegó a tener esta clase de trabajo.  Antes de pecar, el trabajo había sido algo ligero y placentero.  Como resultado de su desobediencia, en cambio, el trabajo se convirtió en algo duro y difícil.  Esto lo vemos en las palabras que Dios le dijo a Adán cuando pronunció las consecuencias de su pecado.
  • Según Génesis 3:17-19, Dios al hombre le dijo: «Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer, ¡maldita será la tierra por tu culpa!  Con penosos trabajos comerás de ella todos los días de tu vida.  La tierra te producirá cardos y espinas, y comerás hierbas silvestres.  Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado.  Porque polvo eres, y al polvo volverás».  (NVI)
  • En el idioma original, hay un juego de palabras con el nombre de Adán y la palabra tierra.  Adán, en hebreo, es Adam, y tierra es adamah.  Dios le dice: Tú, Adam, has traído maldición a la adamah.  Trabajarás la adamah, pero te producirá mala hierba.  Al fin, tú, Adam, volverás a la adamah.
  • Es un cuadro del trabajo duro y difícil de la persona que trabaja porque tiene que comer, hasta que por fin se muere y todo se acaba.  El rey Salomón expresa la misma actitud hacia el trabajo cuando reflexiona sobre su propia vida y saca la siguiente conclusión.  Consideré luego todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y vi que todo era absurdo, un correr tras el viento, y que ningún provecho se saca en esta vida.  (Eclesiastés 2:11 NVI)
  • Al final de su vida, observó todo el trabajo que había invertido en las obras que había realizado, y la parecía un correr tras el viento.  ¿Cuándo se va a poder atrapar el viento?  ¡Jamás!  Todo su trabajo se ha vuelto absurdo, porque no se podrá llevar nada cuando muere.  No se saca ningún provecho.
  • Mucha gente vive en este nivel de trabajo.  Su motivo en trabajar es simplemente sobrevivir.  Trabajan para comer, nada más.  Esta actitud se representa en una canción que se tocaba cada viernes a las cinco, a la hora de salir del trabajo, en una estación de música popular.  Traducida del inglés, la letra de la canción de Loverboy declara: Todos trabajan para el fin de semana.
  • En otras palabras, te aguantas los cinco días de la semana que tienes que trabajar y encuentras el verdadero gusto de la vida sólo en la diversión del fin de semana.  Seguramente, en algún momento, todos nos hemos sentido así.  Aguantamos la jornada de trabajo inspirados por la esperanza de divertirnos un poco el fin de semana.
  • Los Auténticos Decadentes rechazan esta clase de vida convencional al cantar: Yo no quiero trabajar, no quiero ir a estudiar, no me quiero casar / Quiero tocar la guitarra todo el día y que la gente se enamore de mi voz.  Suena lindo, aunque si todos nos dedicáramos a tocar la guitarra todo el día, nos moriríamos de hambre.
  • Seguramente todos tenemos que trabajar, pero ¿será que sólo trabajamos para sobrevivir?  ¿No habrá algo más, algún sentido mayor en el trabajo?  La Biblia nos presenta un segundo nivel del trabajo, que es trabajar con un propósito.  Más allá de simplemente trabajar para poner pan sobre la mesa, este nivel del trabajo nos lleva a encontrar el propósito de nuestro trabajo.
  • Al progresar en su reflexión, el rey Salomón saca la siguiente conclusión, según Eclesiastés 9:10: Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría.  En otras palabras, dice Salomón, esfuérzate en tu trabajo.  Sólo aquí en la tierra podrás hacer algo que valga la pena.  Cuando te mueras, será tarde.
  • Seguramente hay más alegría en ir al trabajo con una sensación de propósito que simplemente presentarte para sacar un cheque.  Un trabajo bien hecho trae satisfacción.  Cuando haces algo que contribuye al bienestar social, debes sentirte contento.  Si construyes casas, debes sentir alegría por la gente que vivirá en ellas.  Si cosechas alimentos, debes sentirte contento por la gente que se alimentará por lo que haces.  Si limpias casas, debes sentir gusto por dejar una casa bien ordenada.
  • Es más, cuando confiamos en Dios, él puede tomar lo que hacemos y darle propósito.  Después de reflexionar sobre lo pronto que pasa la vida, Moisés oró así: Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos.  (Salmo 90:17b NVI)  Cuando te pones en las manos de Dios antes de salir a trabajar, él toma lo que haces y lo afirma.  En lugar de hacer castillos de arena que las olas pronto destruyen, tu trabajo tiene propósito.  Trae satisfacción.
  • El segundo nivel del trabajo, entonces, es superior al primero.  Te lleva más allá de la supervivencia a encontrar propósito y sentido en el trabajo que haces.  Esta es una bendición de Dios.  Sin embargo, no es el nivel final del trabajo.  Llegas al tercer nivel del trabajo cuando aprendes a trabajar para la gloria de Dios y a la luz del evangelio.
  • Observa lo que dice el apóstol Pablo acerca de esto en 1 Timoteo 6:1-2.
Todos los que aún son esclavos deben reconocer que sus amos merecen todo respeto; así evitarán que se hable mal del nombre de Dios y de nuestra enseñanza. 2 Los que tienen amos creyentes no deben faltarles al respeto por ser hermanos. Al contrario, deben servirles todavía mejor, porque los que se benefician de sus servicios son creyentes y hermanos queridos. Esto es lo que debes enseñar y recomendar.  (NVI)
  • En algunas partes del imperio romano, la mitad de la población eran esclavos.  Le debían todo su trabajo a otra persona.  Gracias en gran parte a la influencia cristiana, la esclavitud ha dejado de existir en la mayor parte del mundo.  Estas palabras, sin embargo, no dejan de tener significado para nosotros.  Podemos aplicarlas al trabajo, a toda situación en que trabajamos para otra persona.
  • Dios nos llama a trabajar con respeto hacia nuestro patrón.  En lugar de burlarnos, de faltarle al respeto o robarle cuando no se da cuenta, la Palabra nos dice que respetemos a los patrones.  Esto es lo correcto delante de Dios.  Ahora fíjate en la razón que da el apóstol Pablo.  Dice que debemos respetar a los patrones para que no se hable mal del nombre de Dios y de nuestra enseñanza.
  • La enseñanza a la que se refiere es el evangelio.  Por lo tanto, nuestro propósito en trabajar debe ser traer honra al nombre de Dios y representar bien el evangelio.  Tu lugar de trabajo puede convertirse en un lugar de evangelismo, si haces tu trabajo para la gloria de Dios.  Aunque no tengas la libertad de hablar libremente de Jesucristo, muchos sabrán que eres cristiano y se fijarán en tu manera de trabajar.  Cuando ven algo diferente en ti, se interesarán por tu fe también.
  • El ejemplo que das en el trabajo puede servir para ganar a tus compañeros de trabajo y a tu patrón para Cristo.  De igual modo, puede servir para alejarlos de él.  No es cuestión de ser siempre perfecto, porque nadie lo es.  Es cuestión del corazón.  Es cuestión de la actitud.  ¿Vas al trabajo contento, porque sabes que Dios está contigo?  ¿O lo haces de mala gana?  ¿Hablas mal de otros con malas palabras?  ¿O te expresas de una manera decente con palabras que animan?
  • Si trabajas con creyentes, tienes una doble razón para hacer bien tu trabajo.  Tus compañeros de trabajo y tu patrón, como dice Pablo, son hermanos queridos.  Si trabajas con otros creyentes, ¿por qué no oran juntos antes de comenzar el día y antes de comer?  La fe no es algo que se queda en casa cuando sales al trabajo.
  • Muchas veces cometemos el error de dividir nuestra vida en secciones.  Cuando estamos en la iglesia, somos creyentes.  Cuando estamos en la casa, ponemos otra cara.  Cuando vamos al trabajo, somos personas diferentes.  Parece que sufriéramos del trastorno de personalidad múltiple.
  • Dios está contigo dondequiera que estés.  Cuando llegas al tercer nivel del trabajo, vives para su gloria en todo lugar.  Representas el evangelio en cada parte – con palabras, cuando se puede, y con acciones siempre.  De este modo, tu trabajo puede llegar a tener un sentido que va más allá de la muerte.  Las personas que llegan a conocer a Cristo por tu testimonio son como un salario que nunca terminará de darte alegría.
  • Esta semana explotó en Internet el video de un trabajador de restaurante.  Este joven de veinte años toma los pedidos de los clientes.  Uno de los clientes decidió filmarlo y subir el video a Facebook.  ¿Por qué llegó a ser tan notable este video?  Simplemente porque el trabajador es amable, dedicado y entusiasta en su trabajo.  Es tan inusual que el video salió en el noticiero.
  • Yo no conozco a este joven, ni sé si es cristiano o no.  Pero me hago la pregunta: ¿cómo sería el mundo si todos los creyentes trabajáramos con el entusiasmo de este muchacho?  Aun más, ¿cómo sería el mundo si se supiera que lo hacemos porque conocemos a Jesucristo, porque sabemos que él siempre nos acompaña y porque queremos traer gloria a su nombre?
  • Dios te invita en este nuevo año a ir más allá de simplemente trabajar para sobrevivir.  Te invita a ir aún más allá de simplemente trabajar con un propósito.  Él te invita a trabajar para su gloria y para que el evangelio sea honrado entre todos los que te ven.  ¿No te parece que vale la pena vivir así?
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