El honor de ser madre• Hoy celebramos un día especial en honor a las madres. Las madres, más que nadie, merecen que se celebre un día en su honor. Un día, una madre fue a consultar con su terapeuta. Le describió todo lo que ella hacía a diario. Al final, el terapeuta sacó esta conclusión: Usted invierte la mitad de sus energías en el trabajo, la mitad en su esposo, la mitad en sus hijos y la mitad en la casa. Creo que veo el problema.
• Es muy triste que muchos no respeten la gran contribución que hacen las madres. Sin embargo, a la vista de Dios, hay gran honor en ser madre. Dios mismo ha honrado a las madres. Él también llama a todos a honrar a las madres. Ahora, ¿qué de la mujer que no es madre? ¿Carece de valor? Claro que no. Puede servir a Dios de formas en que la mujer que tiene la responsabilidad de una familia no puede. • Es correcto, sin embargo, honrar a las madres, porque al hacerlo, honramos al Dios que creo la maternidad. ¿En qué consiste el honor de ser madre? El honor más grande viene de Dios. La realidad es que Dios ha honrado a las madres. • Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, Adán le dio como nombre a su pareja Eva. Según Génesis 3:20, El hombre llamó Eva a su mujer, porque ella sería la madre de todo ser viviente. Cada mujer que es madre refleja en su ser algo del poder creativo de Dios. Sólo Dios puede dar la vida, pero la madre posee un destello del poder que Dios tiene para dar vida. Ella no es la creadora de la vida nueva, pero es el instrumento usado por Dios para traer vida nueva al mundo. • Podemos decir, entonces, que Dios ha honrado a las madres compartiendo con ellas su poder para crear. Dios ha dado un poder especial y único a las madres, por lo cual ellas deben ser honradas. • Esta realidad se expresa en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo. La forma más grande en que Dios ha honrado a las madres es al usar a una de ellas para traer a su Hijo al mundo. Cuando el ángel le apareció a María para anunciar el nacimiento de Jesús, le dijo estas palabras: ¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo. (Lucas 1:28) • Dios favoreció a María, y a todas las mujeres, usándola para traer a este mundo a su Hijo. Las mujeres han recibido un honor que se nos ha negado a los hombres – el honor de que una de ellas fuera usada para traer al mundo al Hijo de Dios. • Si Dios ha honrado de tal modo a las madres, nosotros también debemos de hacerlo. En efecto, Dios llama a todos a honrar a las madres. En primer lugar, Dios llama a los esposos a honrar a las madres. Los esposos deberán apreciar y apoyar a sus esposas. • Es una desgracia que en tantas partes de América Latina la mujer se considere poco más que una sirvienta doméstica. El apóstol Pedro nos da otra idea en su primera carta. Dice así: Ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes. (1 Pedro 3:7) • La esposa no existe sencillamente para que su esposo la use; al contrario, le toca al esposo buscar formas de apoyar a su esposa, dándole el lugar que se merece. • Muchas culturas menosprecian a las mujeres, pero los cristianos no podemos pensar así. Si tanto la mujer como el hombre son herederos del don de la vida, esto significa que ambos tienen igual valor ante Dios, pues ha elegido salvar a ambos. • La actitud del hombre hacia su esposa, entonces, tiene que ser la actitud de un jardinero hacia una bella flor. Precisamente por su delicadez y fragilidad le da mayor cuidado, para que pueda lucir en toda su belleza. El esposo que ama a Dios jamás se aprovecha de la debilidad de su esposa, sino que más bien busca la manera de ayudarla a desarrollar sus habilidades para que juntos puedan servir al Señor. • Los hijos también deberán honrar a las madres, mostrando a sus madres el debido respeto. Dice Proverbios 15:20: El hijo necio menosprecia a su madre. Es una gran falta de sabiduría menospreciar a la madre, cualesquiera que hayan sido sus fallas. Es de sabios respetar y honrar a su madre. • La honra que el hijo le debe a la madre puede cambiar con el transcurso de los años, pero nunca se acaba la responsabilidad de honrarla. Por supuesto, la madre sabia aprecia los intentos de sus hijos, aunque su sinceridad sobrepase su conocimiento. • En algún día de las madres, dos niños le dieron a su mamá una planta en maceta como regalo. Con caras tristes, le dijeron: Había un ramo de flores que queríamos comprarte, pero no nos alcanzó el dinero. ¡Nos pareció perfecto porque traía una tarjetita que decía En paz descanse, y tú siempre estás pidiéndonos un poco de paz para que puedas descansar! Por lo menos sus corazones fueron sinceros. • El padre también deberá hacer que sus hijos respeten a su propia madre. La madre, por su carácter más amoroso, puede permitir que los hijos la traten de una manera que no es conveniente. El padre deberá disciplinar a sus hijos y enseñarles a tratar con respeto a su madre, jamás levantándole la voz y hablándole con respeto en todo tiempo. • ¿Tiene Dios un mensaje para las madres también? Sí, Dios llama a las madres a ser dignas de honor. A los esposos y a los hijos les toca honrar a la madre cualquiera que sea su carácter. Sin embargo, Dios desea que las mujeres también se esfuercen en ser dignas del honor que reciben. • ¿Cómo se puede hacer esto? Proverbios 31:30: Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza. En realidad, no importa si viste las últimas modas, si tiene una buena figura o si parece modelo; todo eso es pasajero. • El hombre mira lo exterior, pero Dios mira al corazón. El corazón es el verdadero depósito del tesoro de la belleza. Muchos hombres se han casado con mujeres bellas y luego se han arrepentido de haberlo hecho. El proverbio dice: Como argolla de oro en hocico de cerdo es la mujer bella pero indiscreta. (Proverbios 11:22) • La belleza verdadera de la mujer no está en el color de sus ojos, en el arreglo de su cabello o su gracia para caminar. La verdadera belleza es la belleza del alma. Esta belleza nunca cederá ante las arrugas, las canas o la celulitis; al contrario, se vuelve más y más grande con el transcurso de los años. • Si quieres ser realmente bella, tú que eres mujer y madre, teme a Dios. Sométete a su voluntad para tu vida, busca más de él, y pasa tiempo con él cada día. Así serás realmente bella y digna de elogio. • Un famoso predicador tuvo cuatro hijos. Los cuatro también predicaban. ¡Ya se imaginarán cómo habrán sido las cenas en aquella casa! En alguna ocasión, un visitante le preguntó a uno de los hijos quién era el mejor predicador de la casa, pensando que nombraría a su famoso papá. Sin pensarlo mucho, el hijo respondió: Mi mamá. • Tú que eres madre tienes la gran oportunidad de predicar con tu vida, tu ejemplo y tus consejos a tu familia. Dios te honrará por hacerlo.
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