PASTOR TONY HANCOCK
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Por qué no soy católico: la autoridad

1/2/2022

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  • Se cuenta la historia de dos amigos, uno evangélico y otro católico, que conversaban un día en la plaza de su pueblo. Mientras platicaban, un hombre pasó con una carretilla llena de cachorritos. El hombre gritaba: ¡Perritos católicos! ¡Perritos católicos! El evangélico le preguntó a su amigo católico si iba a comprarse un perrito católico, pero le contestó que ya tenía uno en la casa.
  • Por casualidad, a la semana siguiente, los dos amigos se encontraron nuevamente en la plaza del pueblo. Al poco tiempo, pasó el mismo hombre con la carretilla y los cachorros. Sólo que ahora gritaba, ¡Perritos evangélicos! ¡Perritos evangélicos! Esta vez, el católico le preguntó a su amigo evangélico si no quería comprar un perrito.
  • Su amigo le contestó que no, pero que quería saber cómo se habían convertido los perritos de católicos a evangélicos. Se acercó al vendedor y, después de saludarlo, le hizo la pregunta. ¿No es usted el mismo que vendía cachorros católicos la semana pasada? El vendedor le dijo que sí, que era el mismo. El hombre entonces le preguntó: ¿Cómo es que ahora vende los mismos perritos, pero dice que son evangélicos? El vendedor le contestó: Es que ya abrieron los ojos.
  • Desde hace tiempo, he orado sobre predicar una serie titulada Por qué no soy católico. Sé que esta serie puede ser controversial. Para algunas personas, la idea de criticar u observar las diferencias entre creencias es ofensiva. Prefieren simplemente hablar de lo positivo sin notar las diferencias que existen. Sin embargo, la verdad es tan importante que no podemos hacer esto.
  • Para otros, mis mensajes serán menos tajantes de lo que desean. Aunque como evangélico creo que la iglesia católica tiene defectos severos, también creo que hay muchos católicos que son nuestros hermanos. Por eso, también trataré de mencionar puntos que tenemos en común y cosas que podemos aprender de la iglesia católica.
  • El tema más básico, cuando se trata de cualquier religión o filosofía, es la cuestión de autoridad. ¿Quién determina la verdad? ¿Quién tiene el derecho a decirme lo que puedo y lo que no puedo hacer? La realidad es que Dios tiene toda autoridad. El Salmo 103:19 dice, en la Nueva Traducción Viviente: El Señor ha hecho de los cielos su trono; desde allí gobierna todo.
  • Dios lo ha creado todo, y por derecho, él tiene toda autoridad. Por supuesto, muchos no reconocen la autoridad de Dios. Por ejemplo, 1 Samuel 2:12 dice de los hijos del sacerdote Elí: Los hijos de Elí eran unos malvados, y no reconocían la autoridad del Señor. (RVC) Como ellos, hay muchas personas que se creen su propia autoridad. Siguen su propio criterio y rechazan la autoridad de Dios.
  • Podemos ignorar la realidad, pero eso no cambia los hechos. Puedo ponerme una capa de Superman y saltar del techo con mucha fe, pero de todos modos terminaré en el suelo. Mis pensamientos no cambian la realidad. Del mismo modo, puedo ignorar la autoridad de Dios, pero él no deja de tener autoridad sobre mí – y algún día tendré que enfrentar las consecuencias si lo rechazo.
  • Podemos tomar un paso más: Jesús ejerce la autoridad de Dios. Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero la autoridad de Dios en la tierra se expresa en Jesús. Él mismo lo declaró cuando estaba a punto de regresar al cielo. Mateo 28:18 registra sus palabras: Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Dios ha concentrado su autoridad en manos de Jesús. Por lo tanto, cualquier otra autoridad legítima ha sido establecida por él.
  • Hasta este punto, los católicos y los evangélicos estamos de acuerdo. Pero aquí llegamos al punto de división. Cuando Jesús estaba en la tierra, entregó su autoridad a los apóstoles que él comisionó. Efesios 2:20 dice que los creyentes somos edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular.
  • Los evangélicos creemos que la autoridad de los apóstoles se sigue ejerciendo a través de los escritos inspirados que han dejado en la Biblia. La Biblia, entonces, es nuestra autoridad máxima. La Iglesia Católica Romana enseña que la Biblia es la Palabra de Dios sin error, pero también enseña que la autoridad apostólica continúa hasta hoy en la tradición de la iglesia y en sus líderes, especialmente el Papa. Los católicos tienen dos autoridades: la Biblia y la tradición.
  • Por esto, hay muchos católicos que no leen regularmente la Biblia. Creen que la tradición que reciben de la iglesia es todo lo que necesitan. Es más, algunos piensan que son incapaces de entender la Biblia sin la tradición que la interpreta. Debemos hacernos esta pregunta: ¿Cuál fue la actitud de Jesús hacia la tradición y la Palabra de Dios?
  • Cuando Jesús vivió en la tierra, la Biblia consistía solamente en lo que ahora llamamos el Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento se escribió después de la vida de Jesús. Dentro del pueblo judío, que era el pueblo de Dios en tiempos del Antiguo Testamento, había también una gran tradición que había crecido alrededor de la Palabra de Dios.
  • Los líderes judíos se llamaban rabinos, y dejaban sus interpretaciones escritas de lo que significaba la Palabra de Dios. Se parece a lo que ahora existe en la iglesia católica. Llegó un momento en que las prácticas de Jesús y sus discípulos chocaron con las tradiciones que su religión había creado.
  • Esto fue lo que sucedió. Un grupo de lideres religiosos vino de Jerusalén, la capital, para ver a Jesús. Fue como si llegara hoy una delegación del Vaticano para investigar a alguien. Cuando llegaron para hablar con Jesús, observaron algo que no les agradó. Sus discípulos comían sin cumplir con el ritual de lavarse primero las manos. ¡Qué horror!
  • Este ritual no se hacía por razones de higiene. De hecho, los rabinos decían que se podía hacer con agua sucia. Era para evitar la contaminación accidental en la calle o el mercado. Sin embargo, la ley de Dios jamás mandaba tal cosa. Era un invento de la tradición. Los líderes judíos lo tomaban muy en serio, pero la Biblia misma nunca lo manda.
  • En respuesta, Jesús les dijo lo siguiente: —¿Y por qué ustedes quebrantan el mandamiento de Dios a causa de la tradición? 4 Dios dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y también: “El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte”. 5 Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede decir a su padre o a su madre: “Cualquier ayuda que pudiera darte ya la he dedicado como ofrenda a Dios”. 6 En ese caso, el tal hijo no tiene que honrar a su padre. Así por causa de la tradición anulan ustedes la palabra de Dios. (Mateo 15:3-6 NVI)
  • El quinto mandamiento dice, Honra a tu padre y a tu madre. Una de las formas de honrar a nuestros padres es cuidarlos en su vejez. Pero había jóvenes judíos que se habían mudado del campo a la ciudad para trabajar y hacer su fortuna. Dejaban a sus padres en el rancho.
  •  Esto les ocasionaba problemas. Sus padres podían necesitar de su apoyo económico, pero para ayudarles, tendrían que reducir su nivel de consumo. Tendrían que negarse algunas de las comodidades que se habían acostumbrado a disfrutar.
  • Los líderes judíos les dieron una solución. Sólo tenían que dedicar todas sus pertenencias a Dios. Si eran de Dios, entonces no se podrían usar para ayudar a sus padres. Al dedicarlos a Dios, no tenían que dejar de usarlos. Más bien, los bienes se entregarían al templo cuando murieran. Pero aun ese voto se podía romper de diferentes maneras.
  • Con su tradición, estos maestros presentaban una manera religiosa de evitar las obligaciones que la misma Palabra de Dios impone. Jesús no aceptó sus argumentos. Más bien, les dijo que anulaban la Palabra de Dios con su tradición. Aunque de labios decían creer todo lo que decía la Biblia, en la práctica sus tradiciones la anulaban.
  • Lo que aprendemos de esta historia es que la Palabra de Dios siempre tiene prioridad sobre cualquier tradición. La iglesia católica pone su tradición al mismo nivel que la Biblia, pero Jesús nos enseña a poner la Biblia por encima de cualquier tradición. La tradición no siempre es mala, pero siempre tiene que corregirse con la Biblia.
  • Cuando decimos que la Biblia es nuestra autoridad, estamos hablando de la Biblia en su totalidad. Por ejemplo, el Nuevo Testamento transforma la aplicación de algunas partes del Antiguo Testamento. La Biblia se interpreta a sí misma. La Biblia, completa e interpretada con la ayuda del Espíritu Santo y centrados en Jesús, es nuestra máxima autoridad.
  • Dicho esto, ¿podemos aprender algo de la Iglesia Católica? Sí, es bueno respetar la tradición, sobre todo las tradiciones más antiguas de la iglesia. Debemos evitar la tentación de crear nuestra propia interpretación personal de la Biblia, sin tomar en cuenta lo que otros han escrito.
  • Sin embargo, este es el punto de separación: la Biblia tiene prioridad sobre cualquier tradición. Ninguna tradición, aunque el Papa mismo la enseñe, puede ser verdad si contradice la Biblia.
  • Pero tenemos que hacernos esta pregunta. Si como evangélicos creemos que la Biblia es nuestra máxima autoridad, ¿nos sometemos a lo que dice? ¿Obedecemos lo que Dios nos dice en su Palabra? En el proceso de rechazar las tradiciones que no son bíblicas, podemos convertirnos en nuestra propia autoridad. Esto sería cambiar un error por otro.
  • Imagina que Dios mismo te apareciera esta noche y te diera alguna orden. ¿Prestarías atención a sus palabras? ¿O harías oídos sordos? Esta es la realidad: Dios te ha hablado. Lo ha hecho en su Palabra. Tu única decisión es si vas a obedecer lo que te dice, o si lo vas a ignorar. Si la Biblia es nuestra máxima autoridad, tenemos que dar nuestro mejor esfuerzo por obedecerla.
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