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Por qué no soy católico: la salvación

9/1/2022

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  • Durante las vacaciones de primavera en mi tercer año de universidad, dos amigos y yo decidimos viajar juntos para visitar a nuestras respectivas familias. Subimos al carro con nuestras maletas y salimos campantes para ver hasta dónde nos llevaba la carretera. No nos llevó muy lejos.
  • Ese día llegó una tormenta que dejó más de diez centímetros de nieve. La pista se hizo más y más peligrosa hasta que, más o menos una hora después de salir, descubrimos que las autoridades la habían cerrado. No había más opción que buscar un hotel cercano y quedarnos la noche. Debido a las condiciones, no podríamos regresar en el mismo carro que nos había traído. Estábamos varados.
  • Uno de mis amigos llamó a un conocido, quien mandó a otro joven en una camioneta 4x4 para rescatarnos. Fue una gran alegría verlo, y dentro de un par de horas, ya estábamos de regreso en casa. Quizás alguna vez te hayas encontrado en una situación parecida. Necesitabas que alguien te rescatara porque no podías resolver la situación por tu propia cuenta.
  • La realidad es que todos estamos en esa situación. Nos encontramos en una emergencia que no podemos solucionar. La causa de nuestra situación es el pecado. El pecado nos hace culpables ante Dios. El pecado nos destina a la muerte y al infierno. El pecado afecta nuestro bienestar actual.
  • Nosotros mismos nos metimos en este problema, pero no podemos salir de él. Alguien tiene que venir a rescatarnos. Alguien tiene que venir a salvarnos. Durante estas semanas, estamos hablando sobre las diferencias entre católicos y evangélicos. Hoy vamos a tratar el tema de la salvación.
  • En primer lugar, hay que reconocer que estamos de acuerdo en varias cosas. En primer lugar, estamos de acuerdo en que la salvación es un regalo de Dios. Como dice Efesios 2:8, Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios. Tanto católicos como evangélicos reconocemos que la salvación es algo que sólo Dios da.
  • También estamos de acuerdo en decir que la salvación es necesaria a causa de nuestro pecado. Romanos 5:12 dice, Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron.
  • La razón por la que necesitamos la salvación es por el pecado. En esto concordamos los católicos y los evangélicos. De igual modo, estamos de acuerdo en reconocer que la salvación viene por medio de Jesucristo. Juan 1:29 dice, Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!
  • Tanto católicos como evangélicos estamos unidos en reconocer a Jesús como el Salvador del mundo. Así que tenemos estos tres puntos en común. Reconocemos que la salvación es un regalo de Dios, que es necesaria a causa de nuestro pecado y que viene por medio de Jesucristo.
  • Ahora llegamos al punto de división. La división se encuentra en la manera de recibir la salvación. En el sistema católico, la fe es necesaria, pero no es suficiente. Se tiene que combinar con ciertas obras. En cambio, los evangélicos comprendemos bíblicamente que la fe sola es suficiente para salvar. La fe salvadora produce obras, pero esas obras no son la causa de la salvación. Son su efecto.
  • El Catecismo de la Iglesia Católica, párrafo 986, dice así: "Por voluntad de Cristo, la Iglesia posee el poder de perdonar los pecados de los bautizados y ella lo ejerce de forma habitual en el sacramento de la penitencia por medio de los obispos y de los presbíteros." Lo que esto significa es que la salvación, el perdón de pecados, requiere dos cosas además de la fe. Requiere los sacramentos de bautismo y de penitencia.
  • En el pensamiento católico, el bautismo quita el pecado original. Cuando la persona se bautiza, queda limpia en ese momento. Luego, por medio de la penitencia impuesta por el sacerdote, vuelve a recibir el perdón de los pecados que comete después de haber sido bautizado. En otras palabras, la fe es necesaria, pero además hay que bautizarse y hacer penitencias. La fe sola no basta.
  • Sin embargo, Efesios 2:8-9 nos dice esto: Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. La salvación no es algo que nosotros logramos. Es algo que sólo podemos recibir por fe, y no se basa en las obras que hacemos.
  • Es peligroso agregar obras a la fe para poder ser salvos. Por un lado, le quitamos la gloria a Dios. La última frase de Efesios 2:9 dice, Para que nadie se jacte. Si tú y yo tenemos parte en ganarnos la salvación, entonces podemos sentirnos orgullosos por lo que hemos hecho. Se nos pueden subir los humos. Llegaremos al cielo haciendo alarde de todo lo que hemos hecho para entrar allí.
  • Pero Dios es el que merece toda la gloria por nuestra salvación. Él nos la da como un regalo, no como algo merecido o ganado. Además de esto, podemos dejar de confiar en Jesús si creemos que nuestras obras nos podrán salvar. Si creo que mi bautismo y mis penitencias me hacen digno del perdón de Dios, dejo de confiar en lo que Jesús hizo en la cruz por salvarme. Dejo de confiar en Jesús, y comienzo a confiar en mí mismo.
  • Habiendo dicho esto, debemos dejar algo muy claro. La vida cristiana es una vida de buenas obras, como lo dice Efesios 2:10: Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. Lo esencial es comprender que las obras no nos salvan, sino que son la muestra de que hemos sido salvos.
  • Además de agregar las obras a la fe para lograr la salvación, la iglesia católica también tiene un concepto de fe que no siempre es bíblico. Durante la Reforma, la iglesia católica rechazó la idea de que la fe es confianza personal en Dios. Insistió en que la fe es simplemente creer las doctrinas que la iglesia enseña y hacer las obras que ella requiere.
  • Por supuesto, la doctrina es importante. Si le creemos a Dios, también vamos a creer lo que él nos dice. Pero la iglesia católica interpone el ministerio de los sacerdotes y los sacramentos como medios para alcanzar la gracia de Dios. Por ejemplo, el Catecismo de la Iglesia Católica dice, en el párrafo 987: "En la remisión de los pecados, los sacerdotes y los sacramentos son como instrumentos de los que quiere servirse nuestro Señor Jesucristo, único autor y dispensador de nuestra salvación, para borrar nuestras iniquidades y darnos la gracia de la justificación".
  • En un mensaje futuro hablaremos más sobre el sacerdocio. Hoy queremos enforcar el tema de la salvación, y aquí vemos que el concepto católico de la fe se enfoca más en hacer los sacramentos que en confiar en Dios. Comparemos esto con lo que nos dice Romanos 4:5. Sin embargo, al que no trabaja, sino que cree en el que justifica al malvado, se le toma en cuenta la fe como justicia.
  • La salvación que describe la Biblia no es producto de nuestro trabajo, sino que viene al confiar en Jesús. Dios cuenta nuestra fe como justicia, no porque le sumamos muchas obras, sino por su gracia. Hay una historia en la Biblia que demuestra perfectamente esta verdad.
  • Sucedió durante el tiempo que pasaron los israelitas deambulando por el desierto antes de entrar a la tierra prometida. Ellos habían fallado en entrar a la tierra, porque desconfiaron de Dios. Como resultado, tuvieron que dar vueltas en el desierto durante cuarenta años. Durante ese tiempo, la generación incrédula murió. Sus hijos fueron los que entraron a la tierra.
  • Durante sus andanzas en el desierto, muchas veces se quejaron con Dios. En una de esas ocasiones dijeron: —¿Para qué nos trajeron ustedes de Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Ya estamos hartos de esta pésima comida! (Números 21:5) La comida de la que se quejaban era el maná, un pan milagroso que Dios les daba cada día.
  • El Señor mandó como castigo unas serpientes venenosas. Comenzaron a picar a los israelitas, y muchos se morían. Cuando la gente vio esto, se comenzaron a arrepentir. ¡El arrepentimiento se hace más fácil cuando estamos en apuros! Le dijeron a Moisés que rogara a Dios para que les quitara las serpientes.
  • Cuando Moisés oró por ellos, el Señor le respondió con unas simples instrucciones. Debía hacer una serpiente de bronce, una representación de las serpientes que atormentaban al pueblo. Ese modelo se colocaría en medio del campamento. De allí en adelante, cada persona picada por una serpiente podía mirar hacia la serpiente de bronce y vivir.
  • Más de mil años después, Jesús usó ese evento para explicarnos cómo podemos ser salvos del pecado. Juan 3:14-15 dice así: Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
  • Así como los israelitas morían por el veneno de las serpientes, nosotros estamos condenados a morir por el veneno del pecado. Así como la serpiente de bronce fue levantada sobre un palo, Jesús fue levantado sobre una cruz. Así como la solución para ellos fue tener fe para mirar hacia la serpiente de bronce, la solución para nosotros es mirar con fe a Jesús. Eso es todo.
  • El camino a la salvación no es tan complicado. Consiste simplemente en confiar de todo corazón en Jesús y en lo que él hizo por nosotros. Cuando hacemos esto, ¿nuestra vida cambiará? ¡Por supuesto! Cuando lo hacemos, ¿tendremos el deseo de servir al Señor? ¡Claro que sí! Pero esas obras no nos salvan. Lo que salva es la fe en lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz. Sólo eso. Sólo así podemos estar seguros, y sólo así se lleva él toda la gloria por nuestra salvación. ¿Estás confiando plenamente en lo que Jesús hizo por salvarte?
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