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Por qué no soy católico: las imágenes y la verdadera adoración

2/6/2022

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  • Quiero comenzar hoy con unas palabras del Señor Jesús, registradas en Juan 4:24. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. Dios es espíritu. La naturaleza de Dios no es material. No es una substancia visible y tangible. Es espíritu, y su adoración también debe ser espiritual y verdadera.
  • Sin embargo, ha existido desde muy temprano la tentación a adorar a Dios usando cosas materiales. El pueblo de Israel cometió este pecado cuando sirvió al becerro de oro frente al monte Sinaí. Todavía hay muchas personas que cometen el mismo error.
  • En esta serie de mensajes titulada Por qué no soy católico, vamos a hablar hoy acerca de las imágenes. La Iglesia Católica argumenta que no adora a las imágenes, sino que las venera. Sin embargo, esta distinción no se encuentra en la Escritura. No hay imágenes veneradas en la Biblia. El segundo mandamiento es muy claro: No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. (Éxodo 20:4-5)
  • ¿Qué es la idolatría? Siguiendo el segundo mandamiento, la idolatría es la adoración de la representación material de alguna deidad. En otras palabras, es poner nuestra confianza en alguna imagen o hablarle como si fuera un dios. Es usar algún objeto para comunicarnos con un ser que tratamos como un dios, aunque no le demos el nombre de Dios.
  • Pongamos algunos ejemplos. Si usamos un dibujo del Señor Jesús para enseñar alguna historia a los niños en la escuela dominical, no es idolatría. En cambio, si colgamos esa imagen en la pared para arrodillarnos delante de él y hablarle, se ha convertido en idolatría. Si usamos un cuadro del apóstol Pablo para hablar de su vida, no es idolatría. Pero si comenzamos a hablarle al cuadro para pedirle cosas a Pablo, se ha convertido en idolatría. Lo estamos tratando como si fuera un dios que está presente en todas partes.
  • Si traemos una cruz como símbolo de nuestra fe, no es idolatría. Pero si nos colgamos un crucifijo en el cuello pensando que nos va a proteger del mal, se convierte en idolatría. Le estamos dando poder a ese objeto, poder que sólo Dios tiene. Sólo Dios nos puede proteger.
  • ¿Por qué, entonces, hay tantas personas que confían en las imágenes y les hablan en oración? Hoy quiero hablar primeramente sobre la atracción de la idolatría. Vamos a ver algunas de las razones por las que las imágenes son tan atractivas. Luego, veremos por qué no debemos usar imágenes en nuestra adoración.
  • La primera atracción de la idolatría es que sirve como una garantía. La persona que adora a una imagen se imagina que, por medio de esa imagen, su dios está presente. Es como hablar por videollamada. Al ver a la persona que te está hablando, sientes más confianza de que te escucha. Es difícil hablar con Dios en oración, porque no lo vemos. Se necesita fe para saber que nos oye.
  • La segunda atracción de la idolatría es que alimenta nuestro egoísmo. La persona que adora a un ídolo cree que puede conseguir lo que quiere dándole a la imagen lo que desea. En el mundo antiguo, la gente creía que los dioses podían hacerlo todo menos comer. Por lo tanto, traían a los templos de los ídolos ofrendas de comida. Así creían que su dios se quedaría endeudado con ellos.
  • Estas creencias persisten hasta el día de hoy, sólo en otra forma. ¿Cuántas personas queman incienso o llevan alguna ofrenda a una imagen, creyendo que así lograrán lo que quieren? No le tienen que entregar a la imagen su corazón. No se necesita ningún arrepentimiento. Es un intercambio comercial, nada más.
  • Esto nos lleva a la tercera atracción de la idolatría. Es fácil. Lo único que se espera es la ofrenda que se da. No se requiere ningún cambio moral. Dios nos llama al arrepentimiento. La fe en Jesucristo requiere un cambio de vida. La idolatría, en cambio, no te impone ninguna obligación moral. Por eso, la idolatría y la inmoralidad siempre van de la mano.
  • La idolatría también es conveniente. Hay ídolos por todos lados. En tiempos del Antiguo Testamento, la gente tenía que viajar al templo para adorar a Dios. En cambio, los ídolos estaban por todas partes. Todavía vemos ídolos por todos lados, y es mucho más fácil darle un poco de atención a una imagen que participar plenamente en la vida del pueblo de Dios en la iglesia.
  • Algo más que me llama la atención es este detalle. En el mundo antiguo, había tres clases de dioses. Había dioses personales, dioses familiares y dioses nacionales. Cada persona tenía su devoción a su dios personal que le traía suerte. La familia podía tener un altar a otro dios. La nación, por lo general, tenía un dios patrón.
  • Hoy en día, muchas personas tienen una imagen particular que creen que les traerá suerte. La familia puede tener otra imagen que traerá prosperidad al hogar. El pueblo puede tener su patrón, y la nación puede estar dedicada a otra imagen todavía. Todos dicen que creen en Dios; nadie lo niega. Pero en su vida diaria, prestan mucha más atención a las imágenes que a Dios mismo. Siguen el mismo patrón de idolatría que la gente pagana de la historia.
  • Dios nos llama a un camino muy diferente. Él nos llama a una fe real, verdadera y espiritual. ¿Por qué no debemos dar importancia espiritual a las imágenes? En primer lugar, Dios es espíritu. Él no puede ser representado con imágenes. Deuteronomio 4:15-16 nos dice esto:
  • El día que el Señor les habló en Horeb, en medio del fuego, ustedes no vieron ninguna figura. Por lo tanto, tengan mucho cuidado de no corromperse haciendo ídolos o figuras que tengan forma o imagen de hombre o de mujer… En este mensaje de despedida, Moisés le recuerda al pueblo que Dios no se había manifestado con alguna figura para que la copiaran en su adoración. Él es espíritu.
  • En segundo lugar, las imágenes no son nada. No tienen ningún poder. Isaías 44:16-17 describe cómo se hace una imagen: A mitad de la madera la quema en el fuego, sobre esa mitad prepara su comida; asa la carne y se sacia. También se calienta y dice: «¡Ah! Ya voy entrando en calor, mientras contemplo las llamas». Con el resto hace un dios, su ídolo; se postra ante él y lo adora. Y suplicante le dice: «Sálvame, pues tú eres mi dios».
  • La tercera razón por la que no debemos usar imágenes en nuestra adoración es que los demonios pueden recibir la adoración que damos a las imágenes. Así dice 1 Corintios 10:19-20: ¿Qué quiero decir con esta comparación? ¿Que el sacrificio que los gentiles ofrecen a los ídolos sea algo, o que el ídolo mismo sea algo? No, sino que cuando ellos ofrecen sacrificios, lo hacen para los demonios, no para Dios, y no quiero que ustedes entren en comunión con los demonios.
  • La imagen no es nada en sí, pero la adoración a las imágenes puede ser manipulada por los demonios. En muchos casos, hay vínculos entre las imágenes que llevan nombres católicos y ciertos ídolos paganos que adoraban los pueblos precolombinos. Por ejemplo, la colina de Tepeyac donde Juan Diego vio la aparición de la Virgen de Guadalupe era un lugar de adoración a la diosa azteca Tonantzin. La apariencia de las dos figuras es muy similar.
  • En otras palabras, en lugar de convertirse a la adoración espiritual del Dios verdadero, simplemente se le ha puesto un nombre cristiano a un dios pagano y la gente lo sigue venerando. Un estudio de la historia latinoamericana revela muchos ejemplos parecidos. Creo que esto también explica por qué a veces las imágenes conceden cosas. Hay poderes que las usan para engañar a la gente.
  • En cuarto lugar, la idolatría lleva a otros pecados. Romanos 1:22-25 describe lo que la humanidad ha hecho.  Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles.
  • Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros. Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre.
  • La adoración de las imágenes lleva a muchas otras clases de pecados. Lleva a la inmoralidad sexual, a la borrachera y a la violencia, entre otras cosas. De muestra, sólo tenemos que pensar en las fiestas que se hacen en celebración de los santos.
  • No todos los católicos son idólatras, por supuesto. Sin embargo, la Iglesia Católica tolera y fomenta el uso de imágenes que se convierten en ídolos para muchos. Para defender su práctica, muchos católicos recurren a cierta historia bíblica. Es la historia de la serpiente de bronce que Moisés hizo en el desierto.
  • Los israelitas habían ofendido a Dios, y él les mandó víboras venenosas que los comenzaron a picar. Cuando se arrepintieron y le pidieron ayuda a Dios, él mandó a Moisés que hiciera una réplica de las serpientes en bronce. De allí en adelante, cualquier persona que fuera picada por una de las serpientes podía mirar hacia la efigie de bronce y ser salva.
  • Los católicos declaran que esta historia muestra que Dios aprueba el uso de las imágenes. Tenemos que observar, para empezar, que en ningún momento se dice que los israelitas debían venerar o confiar en la imagen. Sólo la debían mirar. Pero aún más interesante es lo que sucedió con la imagen después. Segunda de Reyes 18:3-5 nos cuenta la historia.
  • Ezequías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el ejemplo de su antepasado David. Quitó los altares paganos, destrozó las piedras sagradas y quebró las imágenes de la diosa Aserá. Además, destruyó la serpiente de bronce que Moisés había hecho, pues los israelitas todavía le quemaban incienso, y la llamaban Nejustán. Ezequías puso su confianza en el Señor, Dios de Israel. No hubo otro como él entre todos los reyes de Judá, ni antes ni después.
  • Ochocientos años después de la vida de Moisés, la gente había convertido la serpiente en objeto de adoración. Le quemaban incienso. Por lo tanto, el rey Ezequías la destruyó. Él puso su confianza en el Señor y no en alguna imagen. Por eso, hizo lo que agrada al Señor.
  • En algún principio, las imágenes pueden haber tenido un buen uso. Podrían haber sido formas de instruir a los analfabetos en las historias bíblicas, por ejemplo. Pero cuando se convierten en objetos de veneración, tenemos que dejarlas. Dios no quiere que lo adoremos así.
  • La verdadera adoración a Dios es adoración espiritual. La verdadera adoración a Dios nos lleva a una vida moral, porque nos inspira a obedecerle. Por eso, te dejo con esta pregunta. ¿Estás adorando a Dios de verdad, como él lo desea?
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