· Hace algunos años vi que se había puesto a la venta una propiedad frente a la playa. Lo que me llamó la atención al principio fue el precio. Un lote, frente a la playa, por unos $44.000 dólares. ¡Imposible! Comencé a leer la descripción de la propiedad. La primera cosa que noté fue que no había acceso directo a la propiedad desde la calle. El comprador tendría que solicitar a un juez que le concediera algún acceso a su lote.
· La segunda cosa que noté fue que esta propiedad, bajo condiciones de marea muy alta, podía quedar sumergida. Es más, el lote mismo variaba en tamaño de acuerdo con la cantidad de arena que las olas depositaban o quitaban del lugar. ¡Sería muy difícil construir una casa sobre esa propiedad! · Me imagino que sería lindo pararse allí en un día soleado, con una brisa fresca acariciando la piel, las olas rompiéndose suavemente a los pies y el susurro del viento entre las palmeras. Pero en día tormentoso… ¡hasta la arena sobre la que nos paramos podría barrerse! Ni pensar en tratar de construir allí. · Hay lugares donde sería muy imprudente construir una casa. Las condiciones no se prestan a una construcción duradera. Del mismo modo, también hay fundamentos inadecuados para la construcción de una vida. Me explico: todos estamos edificando nuestra vida sobre alguna clase de fundación. · Muchos nunca se ponen a reflexionar sobre la fundación de su vida. Se dejan llevar por la corriente, viviendo según sus propios instintos y tradiciones. Otros reconocen el valor de un buen fundamento, pero pierden el tiempo en hablar sobre poner una buena fundación y nunca lo hacen. · Jesús nos habla de la importancia de poner una buena fundación para nuestra vida al final del sermón del monte. Leamos sus palabras en Mateo 7:24-27, y reflexionemos sobre nuestra propia fundación. »Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. 25 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. 26 Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. 27 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa. Esta se derrumbó, y grande fue su ruina». (NVI) · Jesús nos habla aquí de dos constructores, que usan dos materiales diferentes y tienen dos resultados diferentes. En otras palabras, hay sólo dos formas de construir nuestra vida, y dos formas de terminar. Lo bueno es esto. En una construcción, después de comenzar, ya no se puede cambiar de fundación. Pero en la vida, no es tarde. Si te encuentras construyendo sobre una mala fundación, puedes cambiarla ahora. · En la historia que contó Jesús, un hombre construye su casa sobre la roca, sobre una fundación firme. El otro construye su casa sobre la arena, sobre una fundación inestable y movediza. Por supuesto, Jesús no nos está dando una lección sobre la construcción. El punto es espiritual. · En el sentido espiritual, entonces, ¿cuál es la diferencia entre estos dos constructores? ¿Será que uno escucha la Palabra de Dios y el otro no? Esa no es la diferencia entre los dos hombres. En los versos 24 y 26 descubrimos que ambos oyen las palabras de Jesús. · ¡Esto es algo muy interesante! Había grandes multitudes reunidas para escuchar a Jesús en ese día. Seguramente algunos de ellos pensaron que habían hecho algo noble al tomar de su tiempo para escuchar las enseñanzas del Maestro. Seguramente con eso se habían ganado algunos puntos en el cielo, ¿no? · También hay gente que llega a la iglesia y calienta la silla durante una o dos horas, y luego se va pensando haber cumplido con su deber. Pero escuchar la Palabra de Dios sólo es la primera parte del proceso. Si no lo pones en práctica, sigues edificando tu vida sobre un fundamento inestable. · La clave para el éxito está, no sólo en oír, sino en oír y hacer. Considera, entonces, si estás poniendo en práctica las cosas que Jesús nos enseñó en este mensaje. Voy a mencionar tres de los temas que el Señor trata en el sermón del monte y que hemos visto durante estos meses pasados. · Primero, Jesús nos enseña que somos sal y luz. En Mateo 5:16, él nos dice: Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo. (NVI) Cuando nuestra luz brilla delante de los demás, servimos como imanes que atraen a la gente hacia el Señor. · ¿Cuál fue la última vez que trajiste a alguien a los pies del Señor? ¿Cuál fue la última vez que invitaste a alguien a la iglesia? ¿Cuál fue tu última conversación espiritual con algún compañero del trabajo? Si nuestra luz brilla delante de los demás, serviremos para atraerlos al Señor. · Si de veras estamos brillando, ¿dónde están los visitantes? ¿Dónde están los nuevos creyentes? ¿Dónde está la gente que está llegando a conocer al Señor gracias a nuestro ejemplo? Más bien, se oyen historias de personas que han visitado la iglesia y no han regresado porque no se sienten bienvenidos. ¿De veras estamos dejando brillar la luz? ¿O construimos sobre la arena, porque oímos la Palabra sin ponerla en práctica? · Jesús también nos dice, en Mateo 5:37: Cuando ustedes digan “sí”, que realmente sea sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno. (NVI) Dios nos llama a ser honestos en nuestro trato con los demás. Nos llama a decir la verdad, aunque nos duela o nos cueste. · Se cuenta la historia del gerente de una tienda que oyó a uno de sus vendedores decirle lo siguiente a una clienta: No, señora, desde hace tiempo que no hay, y parece que no habrá muy pronto. Horrorizado, el gerente se fue corriendo al mostrador y le dijo a la señora: ¡Claro que pronto lo tendremos! Lo encargamos la semana pasada, y nos estará llegando cualquier día. · La señora, un poco confundida, se marchó, y el gerente le dijo al vendedor: ¡Nunca le digas a un cliente que no hay! Dile que lo acabamos de encargar. Ahora dime, ¿de qué hablabas con esa señora? El vendedor le replico: De la lluvia, señor gerente. · Cuando uno se pone a decir mentiritas, ¡fácilmente queda en ridículo! Pero más allá de eso, también puede quedar alejado de Dios. Te pregunto: ¿dices la verdad? ¿Cumples con tus compromisos? Cuando dices que vas a hacer algo, ¿lo haces? ¿O inventas pretextos sólo para quedar bien? Si lo haces, estás edificando sobre la arena. · Un tercer ejemplo: Jesús nos dice que no juzguemos, para que no seamos juzgados. En otras palabras, él nos llama a mostrar gracia a los demás y preocuparnos más por nuestros propios errores que por las faltas de otros. En lugar de fijarnos en la astilla que lleva nuestro hermano en el ojo, dice Jesús, quitemos el tronco que traemos en el nuestro. · Quiero que imagines algo. Digamos que alguien grabara secretamente todas tus conversaciones y las tocara aquí, ¿cómo te sentirías? ¿Te avergonzarías de los chismes y las críticas que se oirían? ¿O te sentirías tranquilo, sabiendo que todas tus palabras han sido para edificación y bendición? · En estos últimos meses, hemos hablado de estas tres cosas – y de muchas más. Ahora, te invito a examinar los materiales que estás usando para construir tu vida, tu familia y tu futuro. Si estás poniendo estas cosas en práctica, podrás identificar cambios positivos en tu vida. Te darás cuenta de que tu comportamiento ha ido cambiando en estos meses. · Pero quizás te des cuenta de algo triste. Te has parecido al hombre que edificó su casa sobre la arena. Has oído las palabras de Jesús, pero no las has puesto en práctica. Jesús te dice que, tarde o temprano, vendrá una crisis. Tarde o temprano vendrá una tormenta a tu vida. Si no estás viviendo según su palabra, no resistirás esa tormenta. Oír sin obedecer produce un fundamento inseguro. · Todo lo que has trabajado por levantar se derrumbará. ¿Es eso lo que deseas? En su amor, Cristo te llama a recapacitar. Te llama a poner toda tu confianza en él y empezar a caminar en obediencia. Haz un compromiso con él. Decídete ya a buscar su ayuda y caminar en obediencia. La obediencia trae bendición y protección. Si no estás caminando en obediencia, ¡cambia de camino! Sólo así tendrás seguridad.
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