September 10th, 2023

El pacto del Rey

• Cada cierto tiempo, se levanta un líder que promete un nuevo día de grandeza y esperanza para su pueblo. En medio de una crisis, les dice que él traerá la solución a todos sus problemas. ¿Ya tienes en tu mente el nombre de algún líder así? ¡Son muchos! De hecho, cuando se levante el Anticristo, así será. Prometerá resolver todos los problemas del mundo si se le da el poder.
• En la historia del pueblo de Israel, se levantó un líder de esa clase. Era alto y bien parecido. Todos pensaban que él por fin los libraría de los ataques militares de sus enemigos. Al principio, así fue. Él los guio a la victoria. Sin embargo, terminó muy mal. Su vida y su liderazgo fueron una tragedia.
• Me refiero al primer rey de Israel, el hombre llamado Saúl. La semana pasada vimos algunas de las últimas palabras de Moisés, el líder que Dios usó para sacar a su pueblo de la esclavitud en Egipto. Después de la muerte de Moisés, su ayudante Josué se convirtió en líder del pueblo. Él los llevó a conquistar la tierra que Dios les había prometido, la tierra de Canaán.
• Sin embargo, la conquista no fue completa. Muchos pueblos que adoraban a otros dioses siguieron viviendo entre los israelitas en la tierra prometida. Después de la muerte de Josué, el pueblo entró al tiempo de los jueces. Fue un tiempo de desorden, porque no había rey. Cuatro veces en el libro de Jueces se repite el hecho de que no había rey en Israel y cada uno hacía lo que mejor le pareciera.
• Así estuvo el pueblo por más de trescientos años, hasta que el último juez, Samuel, ungió a Saúl para ser el primer rey de Israel. El libro de Jueces con todos sus desastres demuestra lo que pasa cuando no hay rey. La vida de Saúl demuestra lo que pasa cuando hay un mal rey. Al fin, Saúl rechazó a Dios, y Dios le quitó el reino.
• Quizás te estés preguntando, ¿Por qué me importa toda esta historia? Todo eso pasó hace mucho tiempo. Dios nos cuenta estas historias en su Palabra con un motivo. Si tú y yo rechazamos la autoridad, llegaremos a ser como el pueblo en el día de Jueces. Las cosas fueron de mal en peor, y todo se desmoronó.
• En cambio, si seguimos al líder equivocado, caeremos en la trampa de Saúl. Nos importará más ganar que estar bien con Dios. Aunque podremos ganar por un tiempo, como lo hizo Saúl, terminaremos perdiéndolo todo. Por eso, Dios nos deja un ejemplo más. Después de Saúl, Dios escogió a otro rey para su pueblo.
• La Biblia lo describe como un hombre conforme al corazón de Dios. Se llamaba David. Dios sacó a David del pastizal donde cuidaba a las ovejas y lo convirtió en pastor de su pueblo, Israel. Fue con David, un hombre conforme a su propio corazón, que Dios hizo el siguiente pacto de la historia bíblica. Le hizo una gran promesa.
• Después de lograr la paz de su pueblo, David decidió hacerle una casa a Dios. David quería construirle un templo, porque a Dios todavía lo adoraban en la carpa que se llamaba el tabernáculo. Pero Dios le dijo que no. Veamos lo que Dios le dijo. Está escrito en 2 Samuel 7:9-16.
• Yo he estado contigo por dondequiera que has ido y he aniquilado a todos tus enemigos. Y ahora voy a hacerte tan famoso como los más grandes de la tierra. 10 También voy a designar un lugar para mi pueblo Israel, y allí los plantaré para que puedan vivir sin sobresaltos. Sus malvados enemigos no volverán a oprimirlos como lo han hecho desde el principio, 11 desde el día en que nombré líderes sobre mi pueblo Israel. Y a ti te daré descanso de todos tus enemigos.
• »”Pero ahora el Señor te hace saber que será él quien te construya una casa. 12 Cuando tu vida llegue a su fin y vayas a descansar entre tus antepasados, yo pondré en el trono a uno de tus propios descendientes y afirmaré su reino. 13 Será él quien construya una casa en honor de mi Nombre y yo afirmaré el trono de su reino para siempre. 14 Yo seré su Padre y él será mi hijo. Así que, cuando haga lo malo, lo castigaré con varas y azotes, como lo haría un padre. 15 Sin embargo, no le negaré mi amor, como se lo negué a Saúl, a quien abandoné para abrirte paso. 16 Tu casa y tu reino durarán para siempre delante de mí; tu trono quedará establecido para siempre”».
• Dios se agradó de David, y le dio una parte muy grande en su plan para rescatar al mundo. Le prometió fama, paz y descendientes que reinarían en su lugar. En nuestra versión dice, Voy a hacerte famoso. Es lo mismo que Dios le había dicho a Abraham cuando hizo pacto con él, y es lo mismo que habían tratado de hacer por su propia cuenta los residentes de Babel.
• La grandeza viene del Señor. David no trató de hacerse grande, sino que trató de servir a Dios. Dios lo hizo grande. Si tú tratas de hacerte grande aplastando a los demás, terminarás por los suelos. Pero si sirves humildemente a Dios y a los demás, él te exaltará – como lo hizo con David.
• La paz que Dios le prometió a David sería una gran bendición para un pueblo que vivía bajo la constante amenaza de los ataques de sus enemigos. Esta gran promesa que Dios le hizo a David comenzó a cumplirse con su hijo Salomón. Bajo Salomón, el pueblo vivió en paz y prosperidad. Salomón construyó el templo que David había querido construir. Fueron días buenos para Israel.
• Sin embargo, no duraron. Salomón le falló a Dios. Por lo tanto, tal como Dios se lo había prometido a David, vino el castigo. Después de la muerte de Salomón, el reino se dividió. Nunca volvió a tener la grandeza que había tenido. La promesa esperaría su cumplimiento en otro descendiente de David.
• Los profetas que ministraron después lo anunciaron. Por ejemplo, Jeremías 23:5-6 dice esto: «Vienen días», afirma el Señor, «en que de la simiente de David haré surgir un Renuevo justo; él reinará con sabiduría en la tierra, y practicará el derecho y la justicia.6 En esos días Judá será salvo, Israel morará seguro. Y este es el nombre que se le dará: “El Señor es nuestra justicia”.
• Por fin, llegó el día del cumplimiento. Cuando el ángel le anunció a María que sería la madre del Salvador, pronunció estas palabras: Dios el Señor le dará el trono de su padre David (Lucas 1:32). En realidad, Jesús es el Rey en quien se cumple perfectamente la promesa que Dios hizo a David.
• La promesa se comenzó a cumplir en parte, imperfectamente, bajo Salomón. Pero esto fue sólo un pequeño anticipo de lo que vendría a hacer Jesús. La paz que Dios le prometió a David se cumple a la perfección en Jesús.
• Jesús es el Príncipe de Paz. Él ha derrotado a nuestros peores enemigos – el pecado, el diablo y la muerte – y nos ha dado paz con Dios. Romanos 5:1 declara que tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Cuando reconocemos a Jesús como nuestro Rey, él trae paz a nuestro corazón. Un día, viviremos para siempre en su Reino de paz.
• Jesucristo es el Rey perfecto que todos necesitamos. Sin rey, hay desorden y caos. Con el rey equivocado, hay maldad y destrucción. El Rey perfecto es Jesús. Si tú permites que él reine en el trono de tu corazón, traerá paz y dirección a tu vida. Vivirás bajo su cuidado y protección ahora. Cuando él regrese para destruir a sus enemigos y establecer su reino por completo, vivirás para siempre con él.
• Mientras esperamos su regreso, Dios nos llama a respetar a las autoridades que tenemos. Nos llama a obedecer las leyes y pagar los impuestos. Pero jamás pongamos nuestra esperanza en ningún personaje político. Sólo Jesús puede traer la paz, el bienestar y la dirección que necesitamos.
• Jesús reina sobre el trono de David. En tu corazón también hay un trono. ¿Quién reina sobre él? ¿Reinas tú? ¿Reina otra persona? ¿O reina Jesús? Invítale a Jesús a sentarse en el trono de tu corazón.