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Tres madres ejemplares

5/9/2021

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  • ¡Me da mucho gusto verte! Así le dijo el niño a su abuela paterna. Quizás ahora mi mamá hará el truco que nos prometió. Su abuelita le preguntó, ¿De qué truco me hablas, mi amor? El niño le contestó: Es que mi mamá nos dijo que, si tú venías de visita, se iba a subir por las paredes.
  • No es fácil ser madre, sobre todo cuando tus hijos repiten todo lo que dices. Hoy celebramos el día de las madres, y es bueno hacerlo. Todos estamos aquí porque Dios usó a una madre para traernos al mundo. Una mujer no tiene que ser madre para ser amada por Dios y especial para él. Pero la maternidad es digna de ser honrada, no menos porque Dios usó a una madre para traer a su Hijo, nuestro Señor Jesús, al mundo.
  • En esta mañana que honramos a las madres, vamos a considerar los ejemplos de tres madres en la Biblia que nos enseñan cosas muy importantes acerca de lo que significa ser madre. Cada una de ellas nos demuestra, con su vida, cómo ser la clase de madre que Dios usa para criar hijos que lo aman y le sirven. Empezamos con la historia de Ana.
  • Ana fácilmente podría haber faltado en esta lista de madres ejemplares, simplemente porque no era madre. Ella fue estéril, y sufría amargamente por no poder tener hijos. Por fin, Ana llevó su problema a Dios. Nos dice 1 Samuel 1:10 que con gran angustia comenzó a orar al Señor y a llorar desconsoladamente. Ella prometió su hijo al servicio del Señor, si le concedía su petición.
  • Dios honró la petición de Ana, y ella tuvo un hijo a quien le puso por nombre “Samuel”, que significa “Dios oyó”. Después de pocos años, lo llevó al tabernáculo y lo entregó a cargo del sacerdote Elí, para que Samuel sirviera al Señor toda su vida – tal como Ana se lo había prometido.
  • Samuel llegó a ser un gran hombre. Guio al pueblo de Israel durante años de mucho cambio. Fue usado por Dios para llamar al pueblo a volver a él. Fue una voz de sabiduría en medio de grandes problemas. Ungió a los primeros dos reyes de Israel – Saúl y David. Del gran rey David desciende el mayor Rey de todos, Jesús. Samuel tuvo un papel importante en el plan de Dios para traer salvación a todo el mundo.
  • ¿Cómo empezó todo esto? Empezó con la oración de una madre. Madres, una de las cosas más importantes que pueden hacer por sus hijos es orar por ellos. Oren por su seguridad. Oren para que Dios los guíe con sabiduría. Sobre todo, oren por su salvación. Samuel llegó a ser un hombre grandemente usado por Dios, pero todo empezó con las oraciones de su madre.
  • Padres, apoyen a sus esposas en la oración también. Hijos, valoren las oraciones de su madre. Pídanles que oren por ustedes. Una de las cosas que más me anima cuando voy a predicar es oír a mi propia madre decir, Voy a estar orando por ti mañana. Sé que el Señor contesta sus oraciones.
  • La segunda madre que vamos a considerar se llamaba Eunice. Esta mujer se encontraba en una situación difícil. Ella amaba a Dios, pero se había casado con un hombre que no creía en él. No sabemos por qué lo hizo – quizás fue una locura de su juventud, o posiblemente sus padres la presionaron a casarse con él.
  • Sin embargo, ella luchó para inculcarle a su hijo la fe que ella tenía en Dios y el conocimiento de las Escrituras que ella había llegado a tener. Este hijo, un joven llamado Timoteo, llegó a compartir su fe, y se convirtió en pastor y ayudante del apóstol Pablo. De hecho, este apóstol le escribió dos cartas que ahora forman parte de la Biblia.
  • Vamos a leer en una de ellas lo que Pablo escribió acerca de Eunice. Leamos 2 Timoteo 1:5. Escribiendo a Timoteo, Pablo le dice: Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido. Ahora pasemos a 2 Timoteo 3:15. Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.
  • Aun sin el apoyo de su esposo, Eunice logró trasmitir la fe a la siguiente generación. La fe que ella misma había recibido de su madre Loida se la inculcó a su hijo Timoteo. ¿Qué fue lo que le enseñó? Pablo dice que fueron las Sagradas Escrituras. Timoteo las había conocido desde su niñez, porque su madre se las había enseñado.
  • En Ana, vemos el valor de una madre que ora. En Eunice, vemos el valor de una madre que enseña a sus hijos. Como resultado de la enseñanza de Eunice, Timoteo se convirtió en un predicador del evangelio de Jesucristo – y guio a muchos a la fe.
  • Tus hijos tienen maestros en la escuela que hacen un trabajo importante. Tienen maestros en la iglesia que les hablan de Dios. Pero la maestra más importante que tienen, madre, eres tú. Sin ignorar la importancia del padre en la educación de un niño, la realidad es que las madres suelen pasar más tiempo con sus hijos.
  • Hace algunos años se realizó una encuesta para determinar a qué edad las personas que se entregan a Cristo suelen tomar esa decisión. La gran mayoría, el 85%, lo hace entre la edad de 4 y 14 años. Esa ventana de tiempo es cuando el corazón es más sensible. Las madres, al igual que los padres, tienen una gran oportunidad de hablarles a sus hijos de Cristo. Si ya son creyentes, tienen la gran responsabilidad de convertirlos en discípulos.
  • Aun si tu esposo no te apoya, hermana, tú puedes enseñarles a tus hijos acerca de Dios y su Palabra. Habla con tus hijos de Dios. Léeles historias de la Biblia. Enséñales a orar. Cuéntales cómo conocer a Cristo. Toma el ejemplo de Eunice.
  • La tercera madre que conoceremos hoy es quizás la más famosa. Me refiero a María, la madre de nuestro Señor Jesús. Ella fue muy joven cuando el ángel se le apareció y le dijo que iba a tener un bebé, aunque era virgen. Su respuesta es un ejemplo de obediencia para todos nosotros:​ —Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho. (Lucas 1:38)
  • Aun más interesantes son las últimas palabras de María registradas en la Biblia. Se encuentran en la conversación que tuvo en la boda de Caná, cuando Jesús hizo su primer milagro. Después de contarle la situación, María les dijo algo a los sirvientes de la casa. Son las últimas palabras suyas que registra la Biblia. Ella dijo: —Hagan lo que él les ordene. (Juan 2:5 NVI)
  • María señala hacia Jesús. Ella es una mujer que merece respeto e imitación por su obediencia y entrega a Dios. Sin embargo, no trató de atraer la atención de los demás. Más bien, puso toda la atención sobre su Hijo. Cualquier madre sabia imitará el ejemplo de María. Dirigirá la atención de todos hacia Jesús.
  • Madre, tú tienes un lugar muy especial en el corazón de Dios. Tienes un lugar muy especial en el centro de tu hogar. Pero no uses tu posición para tratar de ser el centro de atención. Usa tu influencia para que otros conozcan a Cristo. Disfruta tu relación con él. Conócelo cada día mejor. Así podrás traer a otros también a los pies de Cristo.
  • Hemos hablado hoy acerca de tres madres ejemplares. Aquí en este lugar hay muchas más, y queremos celebrarlas hoy. Sobre todo, celebremos a Jesús, el Hijo de Dios que nació de una madre para rescatarnos a todos nosotros. Es por su gracia que vivimos hoy.
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