PASTOR TONY HANCOCK
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Una comunidad de gracia

8/4/2019

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  • Algún tiempo atrás, me encontraba en la biblioteca pública, sacando algunos libros.  Mientras una señorita me atendía a mí, otra recibía unos libros que devolvía otro cliente.  El cliente que devolvía los libros dijo: Me pasé unos tres días del plazo permitido.  ¿Cuánto le debo?
  • La señorita revisó la fecha de entrega de los libros y le dijo: No se preocupe.  Nosotros le damos gracia.  Al oír esto, la cara que puso el hombre fue fascinante.  Se veía confundido; abrió la boca para decir algo, pero ninguna palabra salió.  ¡Casi parecía que quería insistir en que le cobraran la multa por devolución tardía!  Por fin, le dio las gracias a la señorita y se fue.
  • La gracia es un concepto ajeno para muchas personas.  Frente a una demostración de gracia, muchos se quedan con la boca abierta, como ese hombre.  No sabe cómo responder.  La iglesia, en cambio, es una comunidad formada por gracia.  La gracia de Dios es lo que nos hace parte de su familia.  Por eso, la gracia tiene que saturar todo lo que hacemos como iglesia.
  • La semana pasada comenzamos nuestro recorrido de la primera carta de Pablo a Timoteo.  Dios nos enseñó que la única base sólida para cualquier iglesia es la verdad de su Palabra.  Siempre habrá falsos maestros con especulaciones extrañas y enseñanzas novedosas, pero tenemos que basarnos en la sencilla verdad de la Palabra de Dios.
  • En la sección que veremos hoy, el apóstol Pablo nos da su testimonio.  No lo hace para engrandecerse a sí mismo, sino para mostrarnos la verdad de la gracia de Dios que corrige las falsas enseñanzas que nos tratan de confundir.  El apóstol se presenta como un ejemplo, una muestra, de lo que la gracia de Dios puede lograr.  Él desea que disfrutemos de la misma gracia que él conoció.
  • Abramos la Biblia en 1 Timoteo 1:12-17 para aprender más acerca de la gracia de Dios.
Doy gracias al que me fortalece, Cristo Jesús nuestro Señor, pues me consideró digno de confianza al ponerme a su servicio. 13 Anteriormente, yo era un blasfemo, un perseguidor y un insolente; pero Dios tuvo misericordia de mí porque yo era un incrédulo y actuaba con ignorancia. 14 Pero la gracia de nuestro Señor se derramó sobre mí con abundancia, junto con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús.
15 Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. 16 Pero precisamente por eso Dios fue misericordioso conmigo, a fin de que en mí, el peor de los pecadores, pudiera Cristo Jesús mostrar su infinita bondad. Así llego a servir de ejemplo para los que, creyendo en él, recibirán la vida eterna. 17 Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.  NVI
  • En otros lugares, el apóstol Pablo nos cuenta sobre todo su esfuerzo a favor del evangelio – sus naufragios, golpizas, apedreamientos, rechazo y muchas otras cosas.  Aquí nos dice que la fuerza para hacer todo esto vino de Jesucristo.  Pablo no es una figura para admirar de lejos; es un ejemplo para seguir, porque todos podemos encontrar fuerza en Jesucristo.  Así lo declara el verso 16.
  • Pablo nos enseña que la gracia de Dios es para todos.  ¡La gracia de Dios es para todos!  Pablo fue blasfemo, perseguidor e insolente.  Se opuso a Dios, insultando al Salvador que vino a dar su vida por nosotros.  Perseguía a los creyentes, yendo de puerta en puerta para sacarlos a fuerza.  Se sentía orgulloso y prepotente; creía que estaba haciendo lo correcto y que era una buena persona.
  • Sin embargo, dice Pablo, Dios tuvo misericordia de mí.  El perdón que recibió Pablo es un ejemplo o modelo de lo que Dios quiere hacer por cualquiera.  Si Pablo pudo ser perdonado, cualquiera lo puede ser.  No hay pecado tan grande que Dios no pueda perdonar e incluirte en su iglesia.
  • La iglesia de Jesucristo es la compañía de los perdonados, no de los perfectos.  Es el club de los convertidos, no de los completos.  El Chapulín Colorado dice: ¡Síganme los buenos!  Pero Jesús dice: ¡Síganme los malos!  No hay buenos en este mundo.  Hay gente que se cree buena, pero no hay nadie realmente bueno – sólo Jesús mismo.
  • No dejes que la vergüenza por lo que has hecho te aleje de Dios.  Él está dispuesto a perdonar cualquier pecado, si se lo confiesas con un corazón arrepentido.  De eso se trata ser parte de la iglesia – ser perdonado por la gracia de Dios.  Esto también significa que tenemos que mostrarnos gracia los unos a los otros.
  • La iglesia tiene que ser un lugar donde el pecado se puede confesar y perdonar sin prejuicios ni condenación.  Claro, muchos pecados tendrán sus consecuencias.  A veces tenemos que tomar ciertas medidas para proteger a los demás.  Pero jamás podemos mirar a otra persona y pensar que su pecado es peor que el nuestro.  La gracia de Dios es para todos.  Si hemos recibido esa gracia, tenemos que mostrarla a otros también.
  • En el testimonio de Pablo descubrimos otra realidad.  La gracia de Dios revela nuestro pecado.  En lugar de solapar o justificar nuestro error, la gracia de Dios revela la inmensidad de nuestro pecado – para luego darnos perdón.  Cuando Pablo había vivido bajo su religión, se creía una buena persona.
  • En Filipenses 3:6 él se describe a sí mismo, antes de conocer a Cristo, de la siguiente manera: en cuanto a la justicia que la ley exige, intachable.  Él consideraba pecadores a los que no eran de su religión y los que no la guardaban a la perfección, como él lo hacía.  Creía que estaba haciendo todo lo que Dios buscaba de él.
  • Pero cuando Jesucristo se le apareció en el camino a Damasco, las escamas se le cayeron de los ojos.  Llego a verse a sí mismo como realmente era – un pecador necesitado del perdón de Dios.  Antes, él jamás se habría considerado pecador.  Otros eran los pecadores.
  • Ahora, sin embargo, él llega a decir: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.  Si viéramos la vida de Pablo desde una perspectiva humana, seguramente lo consideraríamos una buena persona.  Pero él reconoce que, ante Dios, es el peor de los pecadores.
  • Cada uno de nosotros es el peor de los pecadores.  Cuando realmente conocemos la gracia de Dios, no decimos: Sí, yo necesito el perdón de Dios, pero fulano lo necesita mucho más que yo.  Más bien, nos dejamos de comparar con los demás y simplemente nos quedamos admirados de que Jesucristo fuera capaz de venir al mundo para salvar a alguien como yo.
  • Pablo, el que antes fue blasfemo, perseguidor e insolente, ahora ha recibido gracia, fe y amor.  Esto es lo que hace la gracia de Dios.  Esta es la realidad que define la existencia de la iglesia.  Es por esto que Pablo dice: Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.  (v. 15)
  • Cuando esa realidad penetra nuestro ser, entonces comprendemos algo más.  La gracia de Dios le trae gloria a él.  Después de dar su testimonio, Pablo termina diciendo: Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos.  Amén.  La maravilla de la gracia de Dios lo lleva a la alabanza.
  • Alguien dijo una vez que la diferencia entre los perros y los gatos es la siguiente.  El perro dice: Esta gente me alimenta, me acaricia y me ama.  ¡Seguramente son unos dioses!  El gato, en cambio, dice: Esta gente me alimenta, me acaricia y me ama.  ¡Seguramente soy un dios!
  • Cuando consideramos la gracia de Dios, tenemos que responder como perros y no como gatos.  En lugar de pensar: ¡Qué maravilloso debo ser yo para que Dios se esfuerce tanto por salvarme!, tenemos que decir: ¡Qué maravilloso es Dios por hacer todo esto por salvarme!  La maravilla del evangelio no lo somos nosotros; es Dios, el único Dios, que ha venido al mundo para salvar a los pecadores.
  • Si la gracia de Dios nos ha alcanzado, la única reacción lógica es vivir para su gloria.  La única manera adecuada de agradecer lo que él ha hecho es vivir para su alabanza.  Cuando su luz brilla en nosotros, podemos reflejar esa luz en nuestras palabras y en nuestra vida.
  • ¿Sabes que la luna tiene un lado oscuro?  Hay un lado de la luna que nunca vemos debido a su órbita.  Ese lado siempre está alejado de nosotros, y por eso queda en oscuridad.  En lugar de reflejar la luz del sol para que la veamos en su esplendor, fue necesario que enviáramos una nave espacial para tomar fotos y así ver el otro lado de la luna.
  • Cuando nuestras vidas están orientadas hacia Dios en adoración por su gracia, brillamos con su luz y reflejamos su gloria.  En cambio, cuando el orgullo y la autosuficiencia nos mantienen alejados de él, quedamos en la oscuridad.
  • La iglesia de Jesús existe por la gracia de Dios.  Sin que lo merezcamos, él ha derramado su favor sobre nosotros y ha pagado el precio con la sangre de Jesucristo.  Vivamos en esa gracia.  Disfrutemos de esa gracia.  Mostremos esa gracia los unos a los otros, y alabemos a Dios por su gracia.  Su gracia nos lleva a la eternidad.
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