PASTOR TONY HANCOCK
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Una iglesia con disciplina

18/8/2019

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  • Había llegado el momento de aprendizaje.  Era hora de conocer algo muy importante.  Seguramente tenía dos o tres años, y apenas llegaba a tener la altura suficiente como para ver y tocar lo que había encima de la estufa.  Mi madre me dijo muy directamente que no debía tocar las hornillas.  Me podía quemar.
  • Sin embargo, como cualquier niño curioso, sentía atracción hacia lo prohibido.  Quería saber cómo eran esas hornillas.  Comencé a acercar los dedos a una de esas hornillas prohibidas, cuando de repente, sentí un golpe en la mano.  Mi madre tan amorosa, que siempre me trataba con cariño, me había golpeado ligeramente la mano.
  • Comencé a llorar.  ¿Cómo sería capaz de maltratarme así mi madre querida?  Ella sabía lo que yo todavía no alcanzaba a entender.  Si tocaba una de esas hornillas encendidas, me podía quemar.  Me estaba disciplinando para que aprendiera a evitar lo que me podía hacer daño.
  • Como dice Hebreos 12:11, Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.  (NVI)  La disciplina no es agradable, pero es necesaria.
  • Así como la disciplina es parte de la vida familiar, así tiene que ser parte de la vida de la iglesia.  Dios pone disciplina en la iglesia para el bien de todos.  Es algo necesario.  Sin embargo, así como en algunas familias la disciplina a veces se convierte en abuso, también se han visto iglesias donde la disciplina se ha manejado de manera abusiva.
  • A veces, la disciplina en la iglesia es demasiado detallista o extrema.  Algunos líderes humillan a las personas por cosas que la Biblia no prohíbe, o que son errores pequeños.  Supe de una iglesia donde una familia fue criticada en pleno culto porque pensaban enviar a su hija a estudiar a la universidad.  ¡Qué cosa más ridícula!  Es bueno que las jóvenes estudien y se preparen.
  • En otros casos, la disciplina se aplica de manera injusta.  Hace algunos años, el líder de jóvenes de una iglesia en otro estado sedujo a una joven.  Eso no sólo es inmoral; en muchos lugares, es ilegal.  Pero la iglesia le dio a él una recomendación para que buscara trabajo en otra iglesia, mientras que a la muchacha embarazada la avergonzaron delante de toda la iglesia por su pecado.
  • Lo que sucedió fue un pecado; pero él fue mucho más culpable que ella en el asunto, siendo mayor y más responsable como líder.  Este es un caso donde la disciplina se aplicó de manera injusta.  Ahora bien; ¿por qué menciono estos casos?  Simplemente porque es posible que hayas sido víctima, o hayas visto la disciplina aplicada de manera equivocada, y ya no quieras tener nada que ver con una iglesia donde se habla de la disciplina.
  • Por eso, quiero que veamos hoy algo de lo que la Biblia nos dice acerca de la manera correcta de manejar la disciplina dentro de la iglesia.  Para esto, vamos a comenzar en 1 Timoteo 1:18-20.
Timoteo, hijo mío, te doy este encargo porque tengo en cuenta las profecías que antes se hicieron acerca de ti. Deseo que, apoyado en ellas, pelees la buena batalla 19 y mantengas la fe y una buena conciencia. Por no hacerle caso a su conciencia, algunos han naufragado en la fe. 20 Entre ellos están Himeneo y Alejandro, a quienes he entregado a Satanás para que aprendan a no blasfemar.  (NVI)
  • La semana pasada, hablamos del liderazgo en la iglesia, partiendo del ejemplo de Timoteo.  Hoy recogemos el concepto de la disciplina que se menciona en el verso 20.  El apóstol Pablo se refiere a la disciplina de una manera algo particular.  Habla de dos líderes de la iglesia que habían comenzado a predicar falsas doctrinas, y dice que los había entregado a Satanás.
  • ¿A qué se refiere con esto?  Podemos encontrar una pista en Job 2:6.  Cuando Satanás llegó ante Dios para pedirle permiso para probar a Job, Dios le dijo: Muy bien, Job está en tus manos.  Eso sí, respeta su vida.  En otras palabras, Dios retiró su protección de la vida de Job y permitió a Satanás que hiciera todo menos quitarle la vida.
  • En el caso de Job, no fue por motivos de disciplina.  Job no cometió ningún error que mereciera los sufrimientos que enfrentó.  Más bien, fue una prueba de su fe y una oportunidad para que él conociera más profundamente a Dios.  Pero su experiencia nos ilumina lo que dice Pablo cuando habla de entregar a Satanás.
  • No tiene que ver con su destino eterno.  No significa que los está consignando al infierno.  Más bien, retira la protección de la iglesia sobre su vida para que puedan enfrentar las consecuencias plenas de sus acciones.  En resumen, así es la disciplina.  Es decirle a una persona, en efecto, Ya que no te estás portando como miembro de la iglesia, te vamos a tratar como si no fueras miembro de la iglesia.  Vamos a quitarte toda protección espiritual y dejar que enfrentes las consecuencias de tus acciones.
  • Aquí también vemos el propósito de la disciplina.  Pablo dice que había hecho esto para que aprendieran a no blasfemar.  En otras palabras, su deseo fue que se arrepintieran.  Este siempre es el propósito de la disciplina.  Nunca es una expresión de venganza.  Siempre tiene que hacerse con amor.  El propósito de la disciplina siempre tiene que ser llevar a la persona al arrepentimiento para que pueda volver a ser parte de la iglesia.
  • Ahora bien, ¿bajo cuáles circunstancias debe la iglesia aplicar la disciplina a sus miembros?  Dicho sea de paso, la iglesia nunca disciplina a alguien que no es miembro.  Así como un padre no va a disciplinar a los hijos de otra persona, la iglesia no se encarga de disciplinar a los que no se han unido a ella.  La disciplina es para los de la casa, no los de afuera.
  • La Biblia nos indica que hay dos situaciones principales en las que se debe aplicar la disciplina.  La primera es la que se ve en este pasaje, la enseñanza de falsa doctrina.  Por supuesto, cuando hablamos de falsa doctrina, no estamos hablando de pequeñas diferencias sobre cuestiones de menor importancia.
  • Pero cuando descubrimos que una persona está enseñando cosas que van en contra de las verdades claves de la Biblia – cuestiones sobre la salvación, sobre la persona de Cristo, sobre la Trinidad y otras cosas básicas de la fe – tenemos que reaccionar.  La verdad es importante.  No podemos solapar las diferencias simplemente por guardar una apariencia de unión.
  • Esto también se menciona en Romanos 16:17-18.  Les ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y van en contra de lo que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de ellos. 18 Tales individuos no sirven a Cristo nuestro Señor, sino a sus propios deseos. Con palabras suaves y lisonjeras engañan a los ingenuos.  Las falsas enseñanzas traen controversia y división.
  • La segunda situación en la que se debe aplicar la disciplina es cuando hay inmoralidad sin arrepentimiento.  Esto se menciona en 1 Corintios 5:1-2: Es ya del dominio público que hay entre ustedes un caso de inmoralidad sexual que ni siquiera entre los paganos se tolera, a saber, que uno de ustedes tiene por mujer a la esposa de su padre. 2 ¡Y de esto se sienten orgullosos! ¿No debieran, más bien, haber lamentado lo sucedido y expulsado de entre ustedes al que hizo tal cosa?  (NVI)
  • Un hombre estaba viviendo en adulterio con su madrastra.  En lugar de confrontar el pecado y llamarlo al arrepentimiento, la iglesia se sentía orgullosa por ser muy tolerante.  Seguramente decían: Nosotros no somos legalistas, como las otras iglesias.  Aquí se muestra gracia.  Pero la gracia no puede aplicarse donde hay pecado sin arrepentimiento.  El mal ejemplo de ese hombre dañaba el testimonio de la iglesia, animaba a otros a pecar y tenía que resolverse.
  • Si estas son las situaciones principales en las cuales se debe aplicar la disciplina, ¿cómo se debe aplicar?  Jesús nos lo explica en Mateo 18:15-17.  Dice así:  Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano. 16 Pero, si no, lleva contigo a uno o dos más, para que “todo asunto se resuelva mediante el testimonio de dos o tres testigos”. 17 Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y, si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un renegado.  (NVI)
  • El proceso de disciplina tiene tres pasos.  Si nos damos cuenta de que un hermano está en pecado, la primera cosa que debemos hacer es ir para hablar privadamente con él.  Con amor y con gentileza, debemos mostrarle que lo que hace no está bien.  Es necesario hacer esto primero.
  • Si alguien viene a decirme que otro hermano se está portando mal, mi primera pregunta será: ¿Ya hablaste con él?  Si la respuesta es que no, ahí muere.  Tenemos que seguir los pasos que Jesús nos dejó.  Sólo después de hablar cara a cara con la persona podemos buscar a una o dos personas maduras de la iglesia para hablar privadamente con ella.
  • En ambas situaciones, si la persona reconoce su error, no hay necesidad de hacer nada más.  Lo he visto suceder en varias ocasiones, y siempre es lo que se busca.  Muchas veces, la disciplina nunca llega a ser pública porque la persona reconoce su error y se arrepiente en uno de estos pasos.
  • Es sólo si estos pasos no funcionan que pasamos al tercero – llevarlo delante de la iglesia.  Y si no quiere reconocer la autoridad de la iglesia, entonces se impone la disciplina.  ¿Qué significa tratarlo como un incrédulo o un renegado?  Significa tratarlo como se trataría a un visitante a la iglesia.
  • Se le retira la participación en la cena del Señor, pierde su derecho de servir dentro de la iglesia y votar en las sesiones de negocios.  Puede asistir a los cultos, como cualquier visitante; pero ya no se encuentra bajo la cobertura espiritual de la iglesia – hasta que reconoce y se arrepiente de su error.
  • ¿Cómo sería pertenecer a una iglesia donde no hay disciplina?  Sería como pertenecer a una familia donde no hay disciplina.  Sería un caos.  Lo ideal, por supuesto, es que nos disciplinemos a nosotros mismos.  Si cada uno se esfuerza por conocer la verdad de Dios y vivir como a él le agrada, no habrá necesidad de disciplina externa.  Entonces podremos crecer juntos sin distracciones.  Hermanos, hagamos que esa sea nuestra meta.  Propongámonos ser una iglesia de miembros que se disciplinan a sí mismos, para no tener que enfrentar la disciplina de nadie más.
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