• En la vida, nuestra perspectiva determina nuestras posibilidades. Piensa, por ejemplo, en la manera en que los soldados israelitas vieron al gigante Goliat. Pensaban: ¡Es tan grande que no lo podremos matar! David miró al mismo gigante y pensó: ¡Es tan grande que no podré fallar!
• Fue la misma situación y el mismo gigante, pero una perspectiva totalmente diferente. En su Palabra Dios nos da la perspectiva correcta sobre las cosas. Como personas, tenemos que aprender a ver las cosas como Dios quiere. Como iglesia, también tenemos que aprender a tener la perspectiva que Dios quiere que tengamos. Encontramos un gran ejemplo de esto en Filipenses 1:12-20. • Hermanos, quiero que sepan que, en realidad, lo que me ha pasado ha contribuido al avance del evangelio. 13 Es más, se ha hecho evidente a toda la guardia del palacio y a todos los demás que estoy encadenado por causa de Cristo. 14 Gracias a mis cadenas, ahora más que nunca la mayoría de los hermanos, confiados en el Señor, se han atrevido a anunciar sin temor la palabra de Dios. • 15 Es cierto que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen con buenas intenciones. 16 Estos últimos lo hacen por amor, pues saben que he sido puesto para la defensa del evangelio. 17 Aquellos predican a Cristo por ambición personal y no por motivos puros, creyendo que así van a aumentar las angustias que sufro en mi prisión. • 18 ¿Qué importa? Al fin y al cabo, y sea como sea, con motivos falsos o con sinceridad, se predica a Cristo. Por eso me alegro; es más, seguiré alegrándome 19 porque sé que, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo, todo esto resultará en mi liberación. 20 Mi ardiente anhelo y esperanza es que en nada seré avergonzado, sino que con toda libertad, ya sea que yo viva o muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo. (NVI) • Bajo la dirección del Espíritu Santo, el apóstol Pablo nos da un magnífico ejemplo del poder de tener la perspectiva correcta. ¿Sabes dónde estaba Pablo cuando escribió estas palabras? Estaba en la cárcel. Por testificar de Cristo, había quedado bajo arresto. Estaba bajo guardia las veinticuatro horas del día. No tenía libertad para predicar el evangelio en público y animar a las iglesias. • Sería muy fácil que los hermanos de la iglesia en Filipos perdieran los ánimos. El gran apóstol Pablo estaba encarcelado. ¿Qué sería del evangelio? ¿Cómo seguiría avanzando la Palabra de Dios? Su respuesta nos muestra la perspectiva que nos da la fe. En realidad, todo lo que le había pasado tenía un propósito. Su arresto, el largo viaje a Roma, el naufragio, su encarcelamiento y el proceso legal – todo tenía un propósito en el plan de Dios para él. • Para empezar, debido a su arresto, Pablo había podido compartir el evangelio con gente que jamás lo oiría de otro modo. De hecho, él pudo aseverar que toda la guardia del palacio sabía exactamente por qué estaba encarcelado. • Aparentemente, Pablo era el cautivo. En realidad, él tenía una audiencia cautiva de soldados que se turnaban en cuidarlo y que no podían dejar de escucharle predicar el evangelio. Esos soldados nunca se habrían presentado en una sinagoga para escuchar a Pablo predicar. Por sus cadenas, ahora no podían evitar la presentación del evangelio. Seguramente, algunos se convirtieron. • Por otra parte, muchas personas se habían animado a predicar el evangelio al ver que Pablo estaba en la prisión. Mientras Pablo estaba libre, era fácil para otros dejar la predicación en sus manos. Cuando cayó en la cárcel, sin embargo, ya no había excusa. Gracias a sus cadenas, muchos otros hermanos se lanzaron libremente a predicar el evangelio. • Todo esto nos demuestra que la fe en Jesucristo da sentido a nuestras circunstancias. Las cosas que nos pasan en la vida pueden parecer arbitrarias y ridículas. Sin embargo, si vivimos por la fe en Cristo, sabemos que todo lo que nos sucede tiene un propósito en el plan de Dios. Puede ser que no veamos el propósito al instante, pero podemos estar seguros de que sí existe. • Cuando no comprendes lo que te está pasando, confía en el Dios que lo tiene todo en sus manos y obra en todo para el bien de quienes lo aman. El evangelio nos dice que Dios usa todo lo que nos sucede para nuestro bien y para su plan. Podemos confiar en esa verdad. • Las circunstancias de Pablo libraron a muchas personas para evangelizar. Sin embargo, no todos lo hacían por las mismas razones. Algunas personas predicaban el evangelio por amor y por buenos motivos. Lo hacían con buenas intenciones, como dice el verso 15. Al Pablo estar en la cárcel, ellos se motivaron más por ayudarle y apoyarle en la tarea. Como resultado, el evangelio se extendió. • Otros predicaban el evangelio por rivalidad. Pensaban: Pablo está en la cárcel. Ya no nos puede hacer competencia. ¡Aquí tenemos la oportunidad perfecta para hacernos famosos! ¡Ahora todo el mundo nos va a conocer! Sabemos que había facciones en la iglesia de Roma donde Pablo estaba cuando escribió esta carta, y seguramente había quienes buscaban tener más poder. • Aunque la predicación nació de motivaciones incorrectas, esto no molestó al apóstol Pablo. Para él, lo más importante era que el evangelio se predicara. Las motivaciones equivocadas no desanimaron a Pablo. No se puso a criticar ni a maltratar a estos predicadores que evangelizaban por ambición personal. Más bien, se alegró de que más personas llegarían a oír el evangelio. • Esto nos lleva a entender que la fe en Jesucristo nos eleva sobre las reacciones de otros. Cuando aprendemos a ver la vida y el mundo tomando en cuenta lo que Dios está haciendo, ya no tenemos que juzgar las motivaciones de los demás. Dios los juzgará. Podemos aceptar el hecho de que muy poca gente tiene motivaciones realmente puras, y entender que Dios sigue obrando a pesar de esto. • En otras palabras, Dios nos enseña a mantener siempre en vista el propósito principal de la vida. Pablo dice: ¿Qué importa?... Con motivos falsos o con sinceridad, se predica a Cristo. Por eso me alegro. Cuando estamos enfocados en nosotros mismos, la vida es pura preocupación. Pero cuando nos damos cuenta de que Dios está obrando a pesar de las malas motivaciones de muchas personas, podemos sentir alegría. • A veces nos ponemos a analizar los pensamientos de otros. Decimos, Parece que fulano viene a la iglesia de mala gana. O decimos, Creo que mengana ya no quiere hacer tal cosa. Es importante tomar en cuenta los sentimientos de otros, por supuesto. Pero no debemos desanimarnos por las motivaciones de otros. Dios puede usar cualquier clase de cosa para bien. • Al ver más allá de las motivaciones de otros y comprender que Dios seguía obrando, el apóstol Pablo tuvo una perspectiva adecuada sobre su propia vida. Pablo sabía que sería salvo. El verso 19 habla de su liberación, que puede entenderse de dos maneras. Podría ser una referencia a su liberación de la cárcel, o podría referirse a la salvación. • Tomando en cuenta el verso siguiente, es más probable que se refiera a su salvación. Pablo sabía que era salvo. Le había entregado su vida a Jesús cuando se encontró con él en el camino a Damasco. Gracias a las oraciones y la ayuda del Espíritu Santo, él seguía perseverando bajo la prueba. Su perseverancia demostraba la realidad de su fe. • Algunas personas seguramente pensarían que la mala suerte que Pablo corría demostraba que algo no estaba bien en su vida espiritual. Dios lo está castigando, dirían. Por eso le va mal. Pero Pablo comprendía que no era así. Al contrario, aunque pasaba la vergüenza de ser prisionero, tenía completa libertad en Cristo. • No importaba lo que le pasara en la vida. Pablo sabía que su vida tendría un propósito mayor. En cada momento de su vida, Cristo sería glorificado por medio de él. Si estaba en libertad, glorificaba a Cristo. Si estaba en la cárcel, glorificaba a Cristo. Si le tocaba sufrir por el evangelio, glorificaba a Cristo. Si quedaba náufrago en alta mar, glorificaba a Cristo. Su fe, sus palabras y sus acciones servían para glorificar a Cristo en toda situación. • Pablo nos muestra con su ejemplo que la fe en Jesucristo da sentido a nuestra propia vida. Quizás estés pensando: Pero yo no soy un gran apóstol como lo fue Pablo. No puedo viajar a muchos países para predicar el evangelio. ¿Cómo puedo yo glorificar a Cristo? La realidad es que cualquiera de nosotros puede glorificar a Cristo en la vida que Dios nos ha llamado a vivir. • Puedes glorificar a Cristo en tu trabajo. Puedes glorificar a Cristo en tu familia. Puedes glorificar a Cristo en tus momentos de diversión y descanso. Cuando disfrutas de la vida y le das gracias a Dios por lo que te da, glorificas a Cristo. Cuando aprovechas las oportunidades que tienes para compartir el evangelio, glorificas a Cristo. Cuando das un buen ejemplo, glorificas a Cristo. • No estoy hablando de vivir una vida perfecta, porque sólo Jesús hizo esto. Me refiero, más bien, a un cambio de perspectiva. Cuando aprendemos a ver la vida por medio del evangelio, todo se transforma. Nuestros valores cambian. Nuestras metas cambian. Sentimos paz, y al mismo tiempo, tenemos un propósito que nos impulsa hacia delante. • ¿Alguna vez te has hecho un examen de la vista? Si, como yo, tienes problemas con los ojos, esas visitas al oculista son muy importantes. Uno toma su lugar en la silla y el enorme armazón con diferentes lentes baja frente a los ojos. El oftalmólogo prueba diferentes lentes, preguntando cuál es mejor. Al principio, todo se ve borroso. Al final, sin embargo, se encuentra la combinación perfecta que nos permite ver todo con claridad. • Así funciona el evangelio. Cuando aprendemos a ver la vida tomando en cuenta lo que Dios está haciendo y cuánto nos ama, empezamos a ver con claridad. Tenemos la perspectiva para tomar buenas decisiones. Dios nos llama hoy a ser una iglesia con perspectiva. Aprendamos a verlo todo usando los lentes del evangelio para tener claridad y tomar buenas decisiones.
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