PASTOR TONY HANCOCK
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Una iglesia confiada

8/14/2022

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  • ¿Cuál es la pregunta más importante en la vida? Algunos se preguntan dónde vivirán. Otros se preguntan con quién se casarán. Para otros, la pregunta más importante es, ¿qué estudiaré? ¿Cuál será mi profesión? Seguramente, todas estas son preguntas importantes. Lo que decidimos acerca de estas cosas afectará profundamente el transcurso de nuestra vida.
  • Sin embargo, hay una pregunta que trasciende todas las demás preguntas. La respuesta a esta pregunta determinará, no sólo el transcurso de nuestra vida, sino nuestro destino en la eternidad. La pregunta es ésta: ¿Qué tengo que hacer para quedar bien con Dios? ¿Qué busca Dios de mí?
  • La gente te dará diferentes respuestas. Algunos te dirán que no tienes que hacer nada, que Dios te ama tal como eres y sólo tienes que vivir la vida como te dé la gana. Pero si examinamos nuestro corazón con sinceridad, reconocemos que esto no puede ser. Sabemos que tenemos pecado y que estamos separados de Dios.
  • Otros te dirán que tienes que unirte a su religión para quedar bien con Dios. Si te bautizas en su iglesia, y sólo en la suya, tus pecados serán perdonados. Si sigues las reglas que sólo ellos te pueden dar, quedarás bien con Dios. Pero las reglas humanas no nos llevan a la justicia divina.
  • Si queremos saber cómo quedar bien con Dios, tenemos que preguntarnos qué ha dicho él al respecto. Hay un sinfín de opiniones, pero Dios nos ha dicho claramente en su Palabra cómo podemos quedar bien con él. La respuesta más confiable se encuentra en la Biblia.
  • En su Palabra, Dios nos ha dejado la reflexión de un hombre que pensaba saber la verdad, pero estaba equivocado. Él creía que estaba muy bien con Dios, pero se dio cuenta de que estaba lejos de él. Te invito a prestar atención a su historia para asegurarte de que no estés en la misma situación.
  • El hombre al que me refiero es el apóstol Pablo. En su religión él sobresalía por su esmero, dedicación y entrega. Bajo los criterios de su religión, era perfecto. Sin embargo, llegó a entender que todo eso que él tanto valoraba realmente no le servía de nada. Toda esa religiosidad, ante Dios, valía un comino.
  • Por su gracia, Dios le mostró cómo tener lo que realmente buscaba. En su ejemplo, vemos lo que Dios realmente busca de nosotros también. Leamos su historia en Filipenses 3, comenzando con los versos 2 al 6.
  • Cuídense de esos perros, cuídense de esos que hacen el mal, cuídense de esos que mutilan el cuerpo. 3 Porque la circuncisión somos nosotros, los que por medio del Espíritu de Dios adoramos, nos enorgullecemos en Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos. 4 Yo mismo tengo motivos para tal confianza. Si cualquier otro cree tener motivos para confiar en esfuerzos humanos, yo más: 5 circuncidado al octavo día, del pueblo de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa; en cuanto a la interpretación de la ley, fariseo; 6 en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que la ley exige, intachable. (NVI)
  • Hoy vamos a ver dos ideas muy sencillas. Primero veremos cómo no podemos quedar bien con Dios, y luego cómo sí podemos quedar bien con Dios. No podemos quedar bien con Dios por medio de nuestros propios esfuerzos. Como dice la última frase del verso 3, No ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos.
  • Otra traducción dice, no teniendo confianza en la carne (RV60). La carne representa lo que hacemos por nuestra propia cuenta. Son nuestros propios esfuerzos, nuestra inteligencia y energía humanas. La persona que pone su confianza en la carne dice: Yo hago esto, y Dios se complace en lo que hago.
  • El apóstol Pablo había sido una de estas personas. El fue criado en la religión judía con las leyes que Dios había dado. Tenía todas las razones del mundo para confiar en la carne. Si alguien pudiera salvarse haciendo cosas buenas y practicando alguna religión, sería el apóstol Pablo.
  • Desde que era bebé, había sido criado según las interpretaciones más estrictas de su religión. Sus padres lo habían llevado a circuncidar el octavo día, exactamente como la ley mandaba. A propósito de sus padres: tenía una gran herencia. Podían rastrear su linaje desde los orígenes de su pueblo y religión. Pablo traía su religión en la sangre.
  • En cuanto a la práctica de su religión, había pertenecido a una de las sectas más estrictas. Los fariseos eran reconocidos por su dedicación a obedecer los detalles más mínimos de la ley. Tomaban muy en serio todo lo que Dios mandaba, y se esforzaban por ir más allá de lo que la ley requería.
  • Pablo había estado tan entregado a su religión que se dedicó a perseguir a la gente que, para él, la había traicionado. Cuando surgió un grupo que predicaba a un tal Jesús como Mesías y Salvador, Pablo los trató de silenciar echándolos a la cárcel. Hasta fue cómplice en la muerte de uno de ellos.
  • Por todas estas cosas, él podía decir que su justicia según la ley era intachable. Cualquier persona que lo conociera diría: ¡De seguro Pablo va para el cielo! Él hace todo lo que Dios quiere. Y hay que aclarar que su religión fue revelada por Dios. Él no estaba siguiendo una religión equivocada.
  • Sin embargo, Pablo mismo sabía que no había guardado la ley de Dios correctamente. Por fuera lo había hecho, pero en su corazón sabía que no estaba bien. Cumplió con todos los rituales de su religión, los sacrificios y las purificaciones y las lecturas bíblicas y todo lo demás, pero su corazón no había cambiado. Su cuerpo fue marcado por la circuncisión, pero su corazón seguía igual.
  • Hoy nos sucede lo mismo si confiamos en algún ritual o acto religioso para quedar bien con Dios. Algunos creen que, por haber sido bautizados, ya han quedado bien con Dios. Otros hacen obras de caridad o dan dinero para agradar a Dios. Otros cumplen con una lista de reglas religiosas para tener una justicia externa, pero sus corazones están llenos de orgullo, celos y lujuria.
  • Hay muchos que quieren agregar algo a la simple fe en Jesús. Pablo los llama perros, porque seguían detrás de él ladrando sus mentiras. En su caso, eran los que insistían en la circuncisión para los creyentes en Jesucristo. Pero representan a todos los que ponen su confianza en algún ritual o acto religioso en lugar de confiar plenamente en Jesús, en el Espíritu.
  • ¿En qué confías tú? ¿Qué crees que te hace aceptable a Dios? Si estuvieras frente a la puerta del cielo, y Dios te preguntara por qué debería dejarte entrar, ¿qué le dirías? ¿Qué respuesta le darías? Pablo tenía bastantes razones para confiar en la carne, en su religiosidad. Veamos ahora cómo consideró todo eso.
  • 7 Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. 8 Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo 9 y encontrarme unido a él. No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe. 10 Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte. 11 Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos. (NVI)
  • Pablo hizo un inventario de todo lo que tenía, y se dio cuenta de que nada de lo que él había hecho tenía valor alguno. Hizo una contabilidad, y descubrió que lo que él vio como bienes, como activos, realmente eran deudas. Eran pasivos. Él pensaba presentarse ante Dios y decirle: ¡Soy judío! ¡Soy fariseo! ¡He guardado todas tus leyes! ¡Seguro que estás muy contento de tenerme aquí!
  • Pero se dio cuenta de que nada de eso valía nada. Lo único que importaba era lo que Cristo había hecho por él. Pablo aprendió lo que nosotros también tenemos que entender. Sólo podemos quedar bien con Dios por conocer a Cristo. Conocer a Cristo – no sólo creer que él existió, o llevar su imagen en el cuello, sino de veras conocerlo y entregarnos a él.
  • La salvación empieza con lo que hizo Cristo, no con lo que hemos hecho nosotros. Por eso, Pablo dice: No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo. Nosotros jamás seremos tan buenos que nos aceptará. Nuestra justicia, nuestras buenas obras, jamás podrán ser suficiente. Nunca lograrán cancelar la deuda de nuestro pecado.
  • Pero Jesús hizo lo que nosotros no podíamos hacer. Él vivió la vida perfecta y santa que ninguno de nosotros ha podido vivir. Jamás mintió, jamás robó, jamás tuvo pensamientos impuros, jamás deshonró a sus padres. Fue completamente justo. Por la fe, nos podemos vestir con su justicia.
  • Cuando confiamos plenamente en Jesús, Dios nos ve como si nosotros hubiéramos vivido esa vida perfecta que él vivió. Ya no somos pecadores delante de él, sino santos y justos. Esa fe, si es verdadera, nos lleva a acercarnos tanto a Cristo que participamos con él en su muerte y vivimos su vida.
  • No estamos hablando de participar en su muerte siendo crucificados como él lo fue. Más bien, lo hacemos muriendo con él al pecado. Cuando comprendemos que él murió por nuestros pecados, queremos dejar esos pecados atrás y vivir como él vivió. Comenzamos a experimentar el poder de su resurrección aquí y ahora.
  • La fe que Pablo menciona aquí es una confianza de relación y unión. La evidencia se verá en nuestras vidas, si tenemos esta clase de confianza en Jesús. Comenzaremos a parecernos más a él, porque pasamos tiempo con él y aprendemos a valorar lo que él valora. Nuestra nueva identidad ante Dios se reflejará más y más en nuestra manera de vivir. No será algo externo, sino algo que nace de la relación que tenemos con Cristo en nuestro corazón.
  • Por eso, quiero preguntarte hoy. ¿En qué o en quién estás confiando para estar bien con Dios? ¿Estás confiando en algo que has hecho? ¿Crees que algún acto de religión te salvará? ¿Crees que eres una buena persona, y que por eso Dios te acepta? Ninguna de esas cosas será suficiente.
  • Sólo si has puesto tu confianza en Jesús y te has entregado de corazón a él podrás quedar bien con Dios. No se trata de lo que tú has hecho, sino de lo que Jesús ha hecho por ti. Él te amó tanto que dejó el cielo por salvarte. Él ahora te llama a dejar de confiar en ti mismo y poner toda tu confianza en él. Entrégate a Jesús. Conocer a Jesús vale cualquier sacrificio.
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