PASTOR TONY HANCOCK
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Una iglesia en misión

9/1/2019

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  • ¿A quién no le gusta la idea de tener una misión?  Los superhéroes de las películas siempre tienen alguna misión, generalmente la de salvar al mundo de un terrible peligro.  La serie Misión Imposible de los años 60, que ha dado lugar a una serie reciente de películas, siempre comenzaba de la misma manera: Su misión, si decide aceptarla, es…  Luego decía la voz en off: Esta cinta se autodestruirá en sesenta segundos…
  • ¡Qué entusiasmo!  ¡Qué emoción!  Ver a nuestro héroe superar toda una serie de contratiempos y peligros para lograr su meta, generalmente al último momento, despierta en nosotros un entusiasmo muy especial.  Sin embargo, sospecho que es más fácil soñar con tener una misión que realmente vivir con una misión.
  • A fin de cuentas, tener una misión requiere sacrificio.  Requiere entrega y esfuerzo.  Es mucho más fácil disfrutar por dos horas viendo la misión de otra persona, en lugar de vivir nuestra propia misión.  Pero al final, si vivimos sin misión, nos quedaremos insatisfechos y frustrados.
  • Dios nos ha dado una misión en este mundo.  Más bien, él nos ha invitado a formar parte de su misión.  Es una misión que requiere sacrificio, entrega y esfuerzo, pero que trae mucha alegría y satisfacción.  Es una misión con resultados eternos.  Dime, ¿a qué cosa podrías dedicar tu vida que pueda impactar la eternidad?  Sólo cuando vivimos en misión con Dios podemos saber que el efecto de nuestra vida durará para siempre.
  • La semana pasada hablamos sobre la oración.  La primera tarea de la iglesia es la oración.  Es más, Dios nos llama a orar por la gente más poderosa de la tierra, sabiendo que nuestras oraciones tendrán efecto.  Pero el enfoque de nuestra oración tiene que ser el reino de Dios, no sólo nuestra propia comodidad.
  • Ahora vamos un paso más allá para hablar de la misión que la oración nos prepara para realizar.  No podemos hacer nada antes de orar, pero podemos hacer mucho después de orar.  Después de orar, Dios nos llama a unirnos a su misión salvadora para proclamar la victoria de Cristo.
  • Pero ¿por qué tenemos esta misión?  Cuando un héroe se lanza a una misión, es porque hay un peligro.  Puede ser que su ciudad o su país se encuentre bajo amenaza.  Existe alguna razón.  En el pasaje de hoy, veremos la razón por la cual Dios nos llama a su misión.  Leamos 1 Timoteo 2:5-7.
Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 6 quien dio su vida como rescate por todos. Este testimonio Dios lo ha dado a su debido tiempo, 7 y para proclamarlo me nombró heraldo y apóstol. Digo la verdad y no miento: Dios me hizo maestro de los gentiles para enseñarles la verdadera fe.  (NVI)
  • En este pasaje encontramos dos razones por la cual tenemos que estar en misión, y una descripción de la misión.  La primera razón por la que tenemos que estar en misión es esta: sólo hay un Dios, y sólo hay un mediador entre Dios y la humanidad.
  • Hay muchos dioses que se adoran en este mundo.  En la India hay unos 300 millones de dioses diferentes.  En nuestra sociedad hay muchos que hablan de un Dios, pero realmente no lo conocen.  Otros han creado su propio dios; viven para el dinero, el placer o su propia satisfacción.  Ciertamente hay muchos dioses.
  • Sin embargo, sólo hay un Dios de verdad.  Tu puedes adorar al dios que quieras, pero eso no lo convierte en un dios verdadero.  Sólo hay un Dios.  La gente tiene que conocer a ese Dios, porque es el único que hay.
  • En este momento se acerca un huracán a la costa de este país.  Imaginemos, por un momento, que vivimos en un poblado en una isla.  Sólo hay un puente que sale de la isla; sólo hay una ruta de evacuación.  Se comienza a acercar el huracán.  Las nubes se oscurecen, el viento sopla y las olas se encrespan.
  • La isla está llena de turistas que, en su confusión, comienzan a caminar por todas las calles, buscando salida.  Tú y yo sabemos dónde está la única salida.  Sabemos dónde está el único puente.  ¿Qué haremos?  ¿Nos iremos caminando tranquilamente por el único camino, dejando que la gente perdida se muera en el huracán?  ¿O nos pondremos a gritar, ¡Aquí está la salida!  ¡Síganme!?
  • Nos encontramos rodeados de gente perdida.  No conocen al Dios verdadero, ni saben cómo llegar a él.  Hay sólo un camino para llegar a Dios.  Hay sólo un mediador, un intermediario entre Dios y la humanidad.  El verso 5 nos dice exactamente quién es: el Señor Jesús, el que se hizo hombre para llevarnos a su Padre.
  • Para llegar a Dios, no podemos acudir a otro.  No hay nadie más que nos pueda abrir la puerta al cielo.  No hay nadie más que pueda llevarnos al Padre.  Si estamos confiando en otra persona, no nos podrá ayudar.  Jesús es el único mediador.
  • Sólo hay un Dios, y un mediador para llegar a Dios, Jesucristo.  La segunda razón que nos impulsa en misión es que hay un rescate.  Jesús dio su vida como rescate por nosotros.  Él pagó el precio para librarnos de nuestra esclavitud.  Hemos sido librados de la esclavitud al pecado, si lo aceptamos.
  • Uno de los capítulos oscuros de la historia de los Estados Unidos se trata de la esclavitud.  Hasta mediados del siglo XIX, los esclavos africanos realizaban trabajos muy arduos.  No tenían derechos.  Sus amos los podían maltratar a su antojo, y jamás podrían comprar su libertad.
  • La guerra civil de 1861-1865 se peleó para lograr la libertad de los esclavos.  Sin embargo, se cuenta que muchos no recibieron de inmediato la noticia de su libertad.  Aunque la ley los había librado, siguieron sirviendo a sus amos como si aún fueran esclavos.  En algunos casos, vivieron así por más de un mes – como esclavos, pero siendo libres.
  • Cristo murió para comprar nuestra libertad de la esclavitud.  Por la fe en él, podemos quedar libres de la culpa, libres del temor, libres de la condenación.  Pero si alguien no sabe lo que Cristo ha hecho al morir por nosotros, seguirá viviendo en la esclavitud.
  • Hay una diferencia entre los esclavos de aquel tiempo y los que no conocen a Cristo.  Tenemos que desear la libertad.  Tristemente, hay muchos que prefieren seguir viviendo como esclavos del pecado, y no desean aceptar la libertad que Cristo les ofrece.  El pecado mantiene a muchos engañados.
  • Pero si prefieren quedarse en la oscuridad, es su decisión.  Si reciben la oportunidad de aceptarlo y la rechazan, enfrentarán las consecuencias.  Pero si nosotros no les decimos cómo pueden ser libres, si no les contamos acerca de Cristo, entonces nos hacemos cómplices de su condenación.
  • Nuestra responsabilidad no es la de convertir a las personas, sino de contarles acerca de Jesús.  Esto nos lleva a hablar de la misión que hemos recibido.  El apóstol Pablo describe su misión en particular, pero es la misión de todo creyente.  Él se describe a sí mismo como heraldo y apóstol.
  • La palabra “apóstol” significa “enviado”.  Jesús escogió a ciertos hombres para ser sus apóstoles, enviados con una autoridad especial.  Nosotros no tenemos ahora esa autoridad apostólica; no podemos escribir nuevos libros de la Biblia, por ejemplo.
  • Pero al igual que ellos, hemos sido enviados.  Jesús nos ha dicho: Vayan por todo el mundo y hagan discípulos de todas las naciones.  Él nos ha enviado.  Es más, nosotros también somos heraldos.  Un heraldo es una persona que anuncia algo de importancia.  Antes de que hubiera carteleras y notificaciones automáticas en los celulares, los heraldos se paraban en las plazas de las ciudades y anunciaban a gritos los mensajes importantes que se les encomendaban.
  • Nosotros tenemos un mensaje de salvación que debemos anunciar.  Pero este mensaje es un mensaje de amor y de perdón.  Esa clase de mensaje se trasmite mejor de persona a persona.  Dios podría haber escrito el evangelio en el cielo, pero sería algo impersonal y frío.  Por eso, él nos ha encomendado ese mensaje a nosotros.
  • Años atrás se escribió un libro llamado El dirigible del evangelio.  Un dirigible es una nave aérea, como un enorme globo, que se llena de helio o de hidrógeno.  El autor de este libro se imaginaba a una iglesia que decidió comprar un dirigible y usarlo para compartir con su ciudad el evangelio.
  • La primera vez que salió el dirigible, llevaba un letrero que decía: Todos son pecadores.  Nadie le prestó atención.  La segunda vez, el dirigible se quedó atrapado entre dos edificios.  La tercera vez decidieron tirar folletos a la gente, pero los folletos sólo cayeron en sus bebidas y sobre sus cabezas.  La cuarta vez instalaron un altoparlante en el dirigible, con el resultado de que todos los perros de la ciudad se pusieron a aullar.
  • Mientras todo esto sucedía, una pareja decidió abandonar el ministerio del dirigible y ver la situación de sus vecinos.  Visitaron a la esposa que estaba en el hospital, y le llevaron comida a su esposo.  El hombre de la pareja cristiana también lo invitó a pescar.  Ahora bien, ¿cuál de los dos esfuerzos crees que trajo más fruto?
  • Nuestra misión es personal.  Dios nos ha llamado a ver a las personas que nos rodean, no como proyectos ni como audiencia, sino como futuros hijos de Dios.  ¿Cómo podemos mostrarles amor?  ¿Cómo podemos hablarles de Cristo?  ¿Cómo podemos compartir con ellos lo que Dios significa para nosotros?
  • Dios nos invita a vivir en misión, como personas y como iglesia.  Los proyectos que hacemos como iglesia nos deben servir como oportunidades para tocar la vida de las personas y compartirles el amor de Cristo.  Cada día, puedes buscar oportunidades para compartir con los que te rodean.  ¿Estás listo para vivir en misión?  
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