PASTOR TONY HANCOCK
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Una iglesia que corre para ganar

8/21/2022

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  • Hace algunos años, en una de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, cierto grupo usó un método extraño para tratar de ganar la elección. No sé si lograron ganar o no con su estratagema, pero lo que hicieron fue bastante creativo.
  • Las elecciones se realizaron, como es la costumbre, el 2 de noviembre. Estos sujetos colocaron anuncios en varias partes de la ciudad que solían votar por la oposición que decían lo siguiente: No dejes de votar el 3 de noviembre. Querían lograr que muchos votantes que estaban a favor del partido opuesto se quedaran en casa el día de la votación, y luego se aparecieran al día siguiente – cuando ya no se aceptaban votos.
  • Satanás hace algo parecido para tratar de detener el avance de la iglesia. Nos distrae con información equivocada, medias verdades y flojera. Nos dice que no tenemos que hacer nada ahora. Ya hemos aceptado a Cristo como Señor y Salvador, así que podemos quedarnos tranquilos y simplemente esperar.
  • Las peores mentiras son las que contienen un poco de verdad. Piensa en esto: si alguien tratara de envenenarte con veneno puro, pronto detectarías el mal sabor y lo rechazarías. Pero si el veneno se esconde en algo sabroso, es mucho más fácil tragar el veneno sin darte cuenta.
  • La verdad es que, cuando aceptamos a Cristo, nuestro futuro queda asegurado. Si de corazón nos hemos entregado a Jesús, podemos saber que él nos ha perdonado y que vamos al cielo. Como veíamos la semana pasada, la salvación comienza con lo que Jesús ha hecho por nosotros. No se trata de nuestras acciones religiosas, sino de su amor y su sacrificio.
  • Pero la mentira es que eso es todo. Si de corazón nos hemos entregado a Cristo, vamos a querer hacer lo que él quiere. Él nos ha salvado con un propósito. Ese propósito es que lo conozcamos, le sirvamos y lo demos a conocer. La vida cristiana normal y saludable consiste en dos cosas: descansar y trabajar. ¡Hacemos las dos cosas al mismo tiempo! Descansamos en lo que Cristo ya hizo por nosotros, sabiendo que estamos bien con Dios. Trabajamos para Dios, porque sabemos que es la mejor manera de vivir.
  • En otras palabras, somos salvos, pero aún no hemos alcanzado la meta de nuestra salvación. Existe algo por el cual debemos de luchar. Se trata de la madurez cristiana. Vamos a leer lo que nos dice el apóstol Pablo al respecto en Filipenses 3:12-14.
  • No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.
  • El apóstol Pablo describe en los versos anteriores sus luchas por el evangelio. Habla de lo que había dejado atrás – su herencia judía, de la que se había anteriormente jactado – a fin de conocer la justicia de Cristo. Declara que lo desecha todo con el fin de conocer a Cristo y la esperanza de su resurrección.
  • En el primer siglo, algunas personas enseñaban que la resurrección de los muertos ya había sucedido. Era simplemente algo espiritual, y el cuerpo nunca resucitaría. El apóstol Pablo declara que esto no es verdad. Todavía no hemos llegado al final de la carrera. Todavía tenemos más por lograr y más por experimentar, hasta que Jesús regrese.
  • ¿Cuál es nuestra meta como cristianos? La meta es la madurez. En el verso 12, cuando Pablo nos dice que aún no es perfecto, no se refiere a la perfección de no tener pecado, sino más bien al estado de no faltar nada. En otras palabras, Pablo nos dice que aún le queda crecimiento en su vida cristiana y en su relación con Cristo.
  • ¿Dónde te encuentras tú en tu vida cristiana? ¿Estás estancado? ¿Estás progresando? ¿Apenas vas comenzando? Dondequiera que te encuentres en la carrera de la vida, vamos a ver tres ideas claves que nos pueden ayudar a progresar hacia la meta, hacia la madurez.
  • En primer lugar, si queremos alcanzar la meta, tenemos que olvidar el pasado. En la segunda parte del verso 13, Pablo dice: olvidando lo que queda atrás. Cuando siempre estamos mirando hacia atrás, perdemos de vista la meta que tenemos y dejamos de avanzar.
  • Imagina cómo sería manejar un carro si sólo miráramos por el retrovisor. ¡No llegaríamos muy lejos! Estar siempre pensando en el pasado también nos perjudica. Por una parte, podemos quedarnos siempre mirando hacia los logros del pasado. Podemos perder de vista lo que Dios tiene para nosotros en el futuro, porque sólo pensamos en lo que ya hemos hecho.
  • El apóstol Pablo había logrado muchas cosas. Había sembrado muchas iglesias, había predicado el evangelio en muchos lugares y había escrito cartas que ahora forman parte de la Biblia. Fácilmente podría haber dicho: Yo ya trabajé bastante. Que otros terminen la obra.
  • Pero él sabía que todavía no había alcanzado la meta. En lugar de estar mirando siempre lo que ya había logrado, miraba hacia el futuro y lo que Dios todavía quería que lograra. Es bueno celebrar los logros del pasado y dar gracias a Dios por lo que ha hecho, pero no podemos quedarnos estancados allí.
  • El pasado también nos puede perjudicar cuando nos quedamos atados a nuestros fracasos o a las desgracias que hemos sufrido. Si te encuentras recordando siempre algún pecado que cometiste, confiésalo y déjalo. Si no lo puedes olvidar, busca algún creyente maduro y cuéntale lo que te ha pasado. El pecado pierde su poder cuando lo confesamos.
  • Quizás tengas alguna memoria de algo malo que te hicieron. No te quedes atado a esa memoria. Si lo necesitas, busca consejería. Recibe oración para la sanación. Suelta la amargura y deja la venganza en manos de Dios, pero no esperes hasta quedar sanado para seguir avanzando.
  • En cierta ocasión, diez leprosos se acercaron a Jesús para pedir sanidad. Él los mandó a presentarse al sacerdote con las ofrendas que la ley mandaba, y la Biblia dice que fueron sanados en el camino. Jesús los podría haber sanado en ese mismo instante, pero no lo hizo. Tuvieron que ser obedientes y seguir por el camino que les había mandado. En el camino recibieron la sanación.
  • Del mismo modo, Dios muchas veces nos sana en el camino. No nos quedemos atados al pasado. Si queremos alcanzar la meta, tenemos que olvidar el pasado.
  • La segunda cosa que tenemos que hacer es fijarnos en la meta. El verso 13 dice: Olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante. Sólo vamos a alcanzar la meta si sabemos cuál es y estamos corriendo hacia esa meta. De otro modo, quedaremos distraídos.
  • El viejo cuento de la tortuga y la liebre nos enseña esto. La liebre corrió rápidamente, pero se distrajo. Se quedó a dormir. Se fue por otros caminos, pensando que tenía tiempo. La tortuga, aunque lenta, siguió hacia la meta. Terminó ganando la carrera, porque se fijó en su destino.
  • ¿Cuáles son tus metas en la vida? Para algunos, su meta es simplemente sobrevivir. Lo único que quieren es no morirse de hambre. Para otros, la meta es tener solvencia económica. Otros quieren que sus hijos reciban una buena educación. Otros quieren salir de vacaciones. Otros sólo buscan llegar a la jubilación para disfrutar de la vida.
  • En sí, ninguna de estas metas es mala. Pero debemos aprender a verlos como hitos en el camino, en lugar de pensar que son la meta final. Nuestro destino final, como creyentes, es el cielo. Todas las cosas del mundo – casarse, comprar casa, ahorrar dinero, criar a los hijos – son marcas en el camino, pero no representan el destino final.
  • No es malo pensar en estas cosas y hacer planes. Al contrario, es bueno hacerlo. Pero tenemos que mantener nuestras prioridades en orden si queremos ganar. Piensa en una pista de carrera de cien metros. La pista tendrá marcas para señalar diez metros, veinte metros, treinta metros, y así sucesivamente.
  • Cuando el corredor llega a los diez metros, se siente bien. Pero ¡no deja de correr! No ha ganado la carrera todavía. No puede confundir esas marcas de progreso con la meta final. Del mismo modo, nuestros logros en la vida marcan nuestro progreso hacia la meta, pero jamás podemos confundirlos con la meta final. La meta final es terminar bien la carrera.
  • Es lo que menciona el verso 14: para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. Jesús nos ha llamado al cielo. Por la fe en él, resucitaremos. Cuando lleguemos al cielo, ¿cómo llegaremos? ¿Nos llamará Dios triunfantes a la plataforma para recibir el premio, porque hemos corrido bien? ¿O nos tendremos que esconder entre la multitud, porque entramos de panzazo?
  • La tercera cosa que nos ayudará a alcanzar la meta es esforzarnos con paciencia. En otras palabras, tenemos que correr para ganar. Pablo dice: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta.
  • Hemos creído una mentira acerca del esfuerzo. Hemos creído que el esfuerzo es aburrido y no vale la pena. El mundo nos dice que la vida es buena cuando no nos tenemos que esforzar en nada, pero la verdad es que el esfuerzo es lo único que trae verdadera satisfacción. Cuando te esfuerzas por algo que vale la pena y lo logras, la vida cobra sentido.
  • ¿Cómo vas a correr la carrera de la vida cristiana? ¿Correrás como quien anda de paseo, dando sólo pequeños pasos hacia delante y distrayéndote a cada rato? ¿O correrás más bien para ganar, esforzándote por conocer mejor a Dios y servirle cómo él quiere?
  • El esfuerzo se refleja en el tiempo que pasas conociendo la Palabra de Dios. Se refleja en tu compromiso con la iglesia del Señor. Se refleja en el tiempo que pasas en oración, y en el esfuerzo que das por servir a otros. Se refleja en tus prioridades.
  • Me llamó la atención algo que vi esta semana en Facebook. Hay muchas tonterías que se ven en medios sociales, pero a veces salen grandes verdades también. Esta persona escribió que tus hijos tienen una probabilidad del 0,017% de llegar a ser atletas profesionales. En otras palabras, es muy poco probable que lo hagan.
  • En cambio, tienen una probabilidad del 100% de comparecer ante el trono del juicio de Dios. ¿Cuánta atención le pones al deporte, y cuánta atención das a su desarrollo espiritual? Los deportes no tienen nada de malo, por supuesto. Pero es cuestión de prioridades. ¿Tenemos en vista la meta del llamamiento celestial, o nos enfocamos sólo en los hitos de progreso?
  • Estamos corriendo la carrera de la vida. En la línea final está parado aquel Señor, aquel Jesús que nos ama más que cualquier otra persona pudiera amarnos. Él ya triunfó en la carrera. Él ya nos alcanzó con su amor. Ahora nos anima a nosotros a correr con fuerza y valor. Tiene su mirada de amor puesta sobre nosotros, alentándonos a triunfar.
  • ¿Le estamos mirando a él? ¿Tenemos como meta suprema agradarle a él? ¿Está puesta nuestra atención en él? Sólo así podremos avanzar hacia la madurez, sólo así podremos correr la carrera con éxito, sólo así podremos triunfar en la vida.
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