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Una vida de amor

8/16/2020

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  • Dios tiene un mensaje para nosotros hoy. Se encuentra en Efesios 5:1-2, y dice así: Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados, y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios. (NVI)
  • Voy a resumir estos versículos con tres frases: Somos hijos amados. Vivamos en amor, como Cristo nos amó. ¿Qué significa vivir en amor? Algunos se imaginarán una vida llena de flores y corazoncitos de papel, con besitos y piropos. Esas cosas no tienen nada de malo en su momento, pero eso no es lo que significa vivir una vida de amor.
  • El modelo del verdadero amor es el amor de Dios. Dice el primer versículo, Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados. El modelo del verdadero amor para nosotros no es algún galán de telenovela o alguna cantante sexy. El modelo del verdadero amor es Dios. ¿Cómo nos ha amado Dios? Dios nos ha amado con un amor que cuesta.
  • El misionero Dick Hillis cuenta la historia de un viaje a África, a un país que sufría una terrible hambruna. Se encuentra con una mujer acostada en el suelo de un campamento de refugiados. En sus brazos yace su pequeña bebé. Lo único que le puede ofrecer a esa madre hambrienta es un camote cocido. Mientras se lo da, se pregunta si la mujer alcanzará a ver la mañana siguiente.
  • Ella se ha quedado casi sin fuerzas, pero sus ojos reflejan su gratitud. Mordiendo el camote, la madre cuidadosamente lo mastica. Luego, poniéndose boca a boca con su bebé, le pasa la comida. Aunque ella misma se está muriendo de hambre, poco a poco le da el camote entero a su bebita.
  • Al final, la madre se queda exhausta y cierra los ojos. A los pocos minutos, la bebé se duerme. Más tarde, nos enteramos de que el corazón de esa madre ha dejado de latir durante de la noche, pero su bebita sobrevive. Esta madre demostró verdadero amor a su bebita. El verdadero amor cuesta.
  • ¿A quién no se le conmueve el corazón al escuchar la historia de este heroico amor de madre? Realmente es algo admirable. ¿Por qué, entonces, no nos conmueve la historia del heroico amor de Dios? Su amor le costó todo. ¿Será que la historia se nos ha hecho tan conocida que ya no nos conmueve?
  • Dios no mostró su amor hacia nosotros enviándonos unos chocolates con una tarjetita que decía: Los amo mucho. Él mostró su amor hacia nosotros enviándonos a su Hijo. En esto vemos el amor de nuestro Padre hacia nosotros. No es un Padre indulgente, un Padre que malacostumbra a sus hijos cumpliendo todos sus antojos.
  • Más bien, es un Padre que sacrificó lo más precioso que tenía – la vida de su único Hijo – para que nosotros pudiéramos vivir. Aunque nosotros fuimos los que escogimos nuestro propio camino, Dios pagó el precio de nuestra rebelión. Isaías 53:6 lo expresa así: Todos nosotros nos hemos extraviado como ovejas; hemos dejado los caminos de Dios para seguir los nuestros. Sin embargo, el Señor puso sobre él los pecados de todos nosotros. (NTV)
  • Solemos pensar en lo que sufrió Jesús por nosotros, y vamos a hablar de eso más tarde. Pero debemos reconocer que el corazón de su Padre también fue quebrantado. ¿Qué padre no sufriría al ver a su hijo traicionado, torturado y maltratado? ¿Qué padre no se angustiaría al ver a su hijo colgado en una cruz mientras la vida lentamente se le escurre por las venas?
  • El Padre se dispuso a enfrentar todo ese dolor porque nos ama. Él sabía que sólo así podríamos ser salvos. Su amor le costó. Si somos sus hijos, sentiremos también la necesidad de imitarlo. Imiten a Dios, como hijos muy amados, dice nuestro pasaje. Si has llegado a experimentar en tu corazón el maravilloso amor de tu Padre celestial, la única respuesta adecuada es imitar ese amor en tu vida.
  • La palabra imiten describe un proceso, no una acción momentánea. Dios no está buscando de nosotros un gran gesto, un enorme sacrificio que todos admirarán. Más bien, él nos llama en nuestro diario caminar a estar dispuestos siempre a sacrificar por el bien de otros. Nos llama a mostrar un amor que cuesta.
  • Ese amor se ve en el hombre que llega cansado del trabajo, pero se sienta a escuchar lo que le quiere contar su esposa. Se ve en el niño que apaga el televisor o la consola de videojuegos para ir a ayudar a sus padres con las tareas de la casa. Se ve en la mujer que se sacrifica para atender bien a su familia.
  • Imitamos a nuestro Padre celestial cuando nos sacrificamos por el bien de otros. Imitamos a nuestro Padre celestial cuando estamos dispuestos a dejar a un lado lo que queremos para bendecir a otros. Así demostramos que conocemos en nuestra propia vida el amor de nuestro Padre celestial.
  • Somos hijos amados. Por lo tanto, vivamos en amor, así como Cristo nos amó. Hemos hablado del amor del Padre. Ahora hablemos del amor de Cristo. Él nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios. Cuando Jesús va caminando hacia la colina llamada Gólgota, llevando sobre su espalda la áspera cruz, lleva también nuestro pecado y nuestra maldad.
  • Los sacrificios de animales en el Antiguo Testamento eran quemados sobre el altar. El humo que subía de esos sacrificios era un olor agradable a Dios, así como el humo de una barbacoa nos agrada a nosotros. Cuando Jesús cuelga en la cruz, entonces, invisiblemente sube un olor fragante de su sacrificio hacia su Padre.
  • ¿Qué es lo que hace agradable al Padre el sacrificio de Cristo? Es su obediencia. En 1 Samuel 15:22, Samuel le dice al rebelde rey Saúl: ¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros. (NVI)
  • Ninguna cantidad de animales sacrificados podía realmente agradar a Dios, pero la obediencia perfecta de su Hijo trajo alegría a su corazón a pesar del dolor de verlo sufrir. Por esa obediencia de Jesús, nosotros también somos aceptables ante Dios. El sacrificio de amor que Jesús ofreció nos da entrada al amor de nuestro Padre.
  • Para esconder los malos olores en mi casa, compré hace algún tiempo un aromatizante que dice ser muy especial. Según las declaraciones del fabricante, este aromatizante no solamente trata de cubrir los malos olores con otro olor más fuerte. Más bien, contiene ingredientes que neutralizan los malos olores.
  • No estoy seguro si sea cierto o no, pero sí sé que el sacrificio de Jesús funciona de esa manera. Su sacrificio no sólo deja un olor fragante que cubre el hedor de nuestros pecados. Cuando su sacrificio se recibe con fe en nuestro corazón, neutraliza el mal olor de nuestro pecado y deja solamente un olor fragante delante de su Padre.
  • Si Jesús ha se ha ofrecido así por nosotros, ahora nos toca a nosotros esforzarnos por convertir nuestra vida en un sacrificio de olor fragante ante Dios también. Nuestro sacrificio no es un sacrificio que salva, como lo hizo el sacrificio de Jesús. Es un sacrificio de gratitud que demuestra que hemos recibido por fe lo que Jesús hizo por nosotros.
  • Cuando nosotros llevamos una vida de amor, esto se convierte en un sacrificio que sube ante Dios como un olor fragante. Dios no quiere que le prendamos un montón de veladoras y luego salgamos a vivir de una manera apestosa. Él quiere que nuestra vida misma suba como un olor agradable ante él.
  • Uno de los sacrificios que le agrada es el sacrificio de dar. La iglesia de Filipos apoyó al apóstol Pablo de manera económica, y él les dijo esto acerca de las ofrendas que le habían mandado: Ya he recibido todo lo que necesito y aún más; tengo hasta de sobra ahora que he recibido de Epafrodito lo que me enviaron. Es una ofrenda fragante, un sacrificio que Dios acepta con agrado. (Filipenses 4:18)
  • Cuando sacrificamos alguna comodidad para dar a una persona necesitada o a la obra de Dios, es una ofrenda que él recibe con agrado. Si nuestra motivación es el amor que Dios nos ha mostrado en Jesús, él se deleita en este tipo de sacrificio. Cuando damos por amor, Dios se deleita en nuestro sacrificio.
  • Dios nos ha mostrado un amor sumamente costoso. Ahora nos toca a nosotros imitarlo, como hijos amados, y agradecer lo que él ha hecho por nosotros. Imagina cómo sería tu familia si todos se esforzaran por mostrar amor a los demás, en lugar de buscar solamente lo nuestro. Puede ser así. Sólo tienes que comenzar a mostrar ese amor.
  • Imagina cómo podría ser nuestra iglesia si realmente buscáramos las oportunidades para sacrificarnos por los demás. En una de las ciudades grandes de nuestro país, un niño comenzó a asistir a la escuela dominical de cierta iglesia. Sus padres se mudaron a otra parte de la ciudad, pero el niño seguía caminando muchas cuadras para asistir a la misma escuela dominical.
  • Una amiga de la familia le preguntó por qué caminaba tan lejos, si había buenas iglesias más cerca de su casa. Él respondió: Aquellas iglesias pueden ser buenas para otros, pero no para mí. La mujer le preguntó: ¿Por qué no? El respondió, Porque en esa iglesia me quieren.
  • ¿Dirán lo mismo de nosotros? ¿Se nota el amor? Es hora de tomar en serio lo que Dios ha hecho por nosotros y salir de nuestra zona de comodidad para mostrar amor a los que están lejos y los que están cerca. El amor cuesta, pero cuando amamos, nos parecemos más a Dios. Pídele a Dios que te muestre a quién debes mostrar amor. Si se lo pides, él te dará las oportunidades. En gratitud por lo que él ha hecho, vivamos una vida de amor.
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