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Una vida restaurada

6/13/2021

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  • Nadie lo quería. Era chaparro, aprovechado y adinerado. Por intriga había subido a una posición elevada en su carrera, pisoteando en el proceso a muchos. Pero cuando Jesús llegó a su pueblo, todo cambió. Esta es la historia de Zaqueo, una historia que se encuentra en Lucas 19:1-10.
  • Jesús llegó a Jericó y comenzó a cruzar la ciudad. 2 Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico. 3 Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura. 4 Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol sicómoro para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí.
  • 5 Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo:
  • —Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa.
  • 6 Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa.
  • 7 Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador».
  • 8 Pero Zaqueo dijo resueltamente:
  • —Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y, si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea.
  • 9 —Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que este también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. (NVI)
  • Al parecer, Zaqueo lo había conseguido todo. Era jefe en el sistema de ingresos públicos. Se había hecho rico, tenía buenas conexiones y una buena casa. Todo estaba a su favor. Pero cuando Jesús llegó a su pueblo, se dio cuenta de que algo le hacía falta. Por lo tanto, decidió buscar a Jesús.
  • A él no le importó lo que la gente pensaba de él. De hecho, ya lo odiaban. Con todas sus riquezas, Zaqueo no podía comprarse la amistad de sus vecinos. Lo odiaban por ser un cobrador de impuestos chueco y cruel. Con todo su dinero, estaba excluido de la vida social de Jericó. Quizás te hayas sentido como él – el feo o la fea del baile. Pero todo cambió cuando se encontró con Jesús. Vamos a descubrir tres cosas en la vida de Zaqueo que nos demuestran cómo Jesús restaura vidas.  
  • La primera cosa que descubrimos en la vida de Zaqueo es que, cuando buscas a Jesús, él ya te está buscando. El último versículo del pasaje nos muestra el tema principal de todo. Jesús, el Hijo del hombre, ha venido a este mundo para buscar y salvar a los perdidos. Cuando Jesús entró a Jericó, Zaqueo lo buscó; pero Jesús ya estaba buscando a Zaqueo.
  • Cuando Jesús se paró en la sombra de aquel sicómoro, miró hacia arriba y llamó a Zaqueo, usó una expresión muy interesante. Le dijo: Tengo que quedarme hoy en tu casa. ¿En qué sentido tenía Jesús que quedarse con él? ¿No había nadie más que lo estuviera dispuesto a recibir?
  • Cuando Jesús usa esa frase, indica una necesidad según el plan de Dios. Era necesario que se quedara en la casa de Zaqueo, porque Dios así lo había dispuesto. En su plan eterno de salvación, Dios había incluido una cita divina entre Jesús y Zaqueo que se tenía que cumplir ese día.
  • Cuando Zaqueo se hizo ridículo delante de la gente subiéndose a un árbol como si fuera un niño, lo que no sabía es que Jesús ya lo estaba buscando. En un maravilloso misterio, cuando buscamos a Dios, descubrimos que él ya nos estaba buscando a nosotros.
  • Recuerda la manera en que tú llegaste a escuchar el evangelio. Dios había hecho una cita para que tú escucharas su Palabra ese día, y tú ni siquiera te habías dado cuenta. Quizás te encontraste por casualidad con alguien que te habló de Cristo. En la voluntad de Dios, no hay casualidades. O posiblemente sucedió cuando estabas pasando por alguna crisis. Dios permitió que llegaras a ese momento para que te dieras cuenta de tu necesidad de él.
  • Puede ser que hoy sea tu cita divina con Jesucristo. Quizás hayas venido a esta iglesia porque alguien te invitó, porque sabías que debías hacerlo o porque es tu costumbre. Este puede ser el día que te encuentras con Jesús, si lo buscas. Si te das cuenta de que lo necesitas, este puede ser el momento en que tu vida comienza a cambiar.
  • Así como tú llegaste a conocer a Jesús por una aparente casualidad que resultó ser una cita divina, Dios también hará citas divinas para usarte en la vida de otras personas. Él pondrá momentos en tu vida cuando te encuentras con alguien para compartirle el evangelio. ¿Estarás atento a las oportunidades que Dios te da? ¿Reconocerás las citas divinas que llegan a tu vida cuando puedes representar a Jesús para otra persona?
  • La segunda cosa que descubrimos en la vida de Zaqueo es que él dejó de fijarse en lo que pensaban los demás. Estaba tan desesperado por ver a Jesús que no le importó si los demás lo consideraban un payaso. Olvidó su dignidad e hizo lo necesario para ver a Jesús.
  • Jesús vino a este mundo para traer la salvación a todos, sean pobres o ricos, aceptados o excluidos por la sociedad. La iglesia es una banda de harapientos. No es un grupo sólo para la gente bien. Aquí todos pueden hallar su lugar, porque Jesús acepta a todos. Lo triste es que muchas personas, aun dentro de la iglesia, juzgan a otros por envidia o por religiosidad. Pero Jesús no ve las cosas así.
  • Por lo tanto, si buscas a Jesús, no te dejes llevar por lo que piensa la gente. No te dejes llevar por la presión o por el qué dirán. Búscalo con la desesperación de Zaqueo, y lo encontrarás. Puedes tener el privilegio de que Jesús se quede contigo. Puedes experimentar la bendición de lo que él hace en tu vida, pero sólo si dejas de prestar atención a lo que dice la gente y pones toda tu atención en él.
  • En el desenlace de la historia encontramos la tercera cosa en la historia de Zaqueo. Cuando Zaqueo mostró su arrepentimiento haciendo restitución, esto trajo bendición y salvación a su hogar.
  • Recuerda cómo Zaqueo se había hecho tan rico. Era cobrador de impuestos; de hecho, era el jefe de los cobradores de impuestos. Para su gente, esto representaba dos cosas. En primer lugar, era colaborador del régimen romano que ellos tanto odiaban. Para ellos, sería más o menos como un mafioso que cobra para la “protección” de los negocios o los pueblos.
  • En segundo lugar, los cobradores de impuestos eran notorios por su corrupción. Por lo general, se aprovechaban de su posición para extorsionar a la gente más de lo que se debía. De seguro, Zaqueo se había hecho rico quitándoles mucho más dinero a los demás de lo que les correspondía pagar.
  • Pero ahora que había llegado a conocer a Jesús, todo cambió. Zaqueo llegó a creer en Jesús como su Salvador, y esto lo motivó a mostrar su arrepentimiento haciendo restitución por lo que había robado. Jesús vino a este mundo para traernos salvación. Vino para que pudiéramos entrar al reino de Dios. Pero esto sólo se vuelve realidad en nuestras vidas cuando mostramos arrepentimiento y fe. Como dijo Juan el Bautista, Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento. (Lucas 3:8 NVI)
  • Cuando Zaqueo decidió dar la mitad de su dinero a los pobres y pagar cuatro veces lo que había robado, él no estaba comprando el perdón de Dios. Eso sería imposible. Más bien, estaba mostrando su arrepentimiento y su compromiso de vivir como hijo de Dios. Estaba mostrando que su corazón realmente había cambiado por conocer a Jesús.
  • Cuando nos arrepentimos de corazón, reconocemos el daño que les hemos hecho a los demás y queremos hacer lo que esté en nuestras manos para remediar las cosas. No es que tengamos que ganarnos el perdón de Dios. Más bien, su perdón nos suaviza el corazón.
  • Jesús vino a este mundo en una misión de restauración. Él te llama a ser parte de su misión. ¿Te unirás? ¿Reconocerás las citas divinas? ¿Ignorarás lo que dice la gente? ¿Mostrarás tu arrepentimiento con restauración?
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